En 2021, el cielo cayó sobre la cabeza de David cuando su hijo de 11 años le contó su malestar por ser considerado una niña. Zora le dijo que se identificaba con el género masculino. Unas semanas más tarde, otro golpe: los Vaudois fueron informados de que en la escuela Zora se llamaría en adelante Eden y que su género sería masculino en las listas de clases, la correspondencia y todos los actos sin significado legal. Según lo exige una directiva recientemente adoptada por el Departamento de Formación cantonal. “El hecho de que me opusiera no cambió nada”, se lamenta David con lágrimas en los ojos.
Entonces comenzó lo que él llama la espiral descendente. “Vinieron especialistas a clase para reforzar la idea. A tus 12 años estás vulnerable, fue la carretera hacia la transición médica, con la bendición de tu madre. El padre denuncia el “enorme peligro” al que están expuestos los menores de toda una generación: “¿Es ese realmente el papel de la escuela?” Preocupado por el futuro de Zora/Eden, que ahora se niega a hablar con él, el hombre emprende acciones legales contra el Estado de Vaud.
Interrogado, el Departamento de Formación indicó que sólo le había llegado un caso de padre insatisfecho desde la entrada en vigor de su directiva. Es imposible decir cuántos alumnos lo han utilizado desde 2021, pero al menos 70 han solicitado seguimiento por parte de especialistas, de un total de 140.000 niños y jóvenes en formación al año. El nuevo jefe del departamento, sin embargo, ha empezado a reflexionar sobre esta directiva. “Se elaborará una evaluación que tendrá en cuenta el resultado del procedimiento con el único progenitor insatisfecho”, especifica su portavoz. Pero la respuesta del campo es en general positiva”.
Un procedimiento médico supervisado.
Si en la escuela los menores pueden ser considerados rápidamente según el género de su elección, intervenir en sus cuerpos es más delicado. Todo comienza con un diagnóstico médico: la disforia de género se declara tras un seguimiento multidisciplinar de varios meses. En HUG no se ofrece ningún tratamiento a niños prepúberes. Luego, los bloqueadores de la pubertad se pueden administrar caso por caso, pero sólo con el consentimiento de los padres y si el niño tiene la capacidad de discernir. El tratamiento hormonal podrá realizarse a partir de los 16 años, en las mismas condiciones. Finalmente, la cirugía es posible a partir de la mayoría de edad.