La IA como la “alarmante inacción” de la ministra Pascale Déry

La IA como la “alarmante inacción” de la ministra Pascale Déry
La IA como la “alarmante inacción” de la ministra Pascale Déry
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¿Alguien puede decirnos dónde encaja la Ministra de Educación Superior, Pascale Déry, en lo que respecta al desarrollo desenfrenado y sin restricciones de la inteligencia artificial? ¿Alguien puede explicarnos su visión cuando la IA ya está extendiendo sus tentáculos en nuestros teléfonos, así como en nuestras clases, y transformando la vida diaria del personal docente y de los estudiantes por igual?

Sin embargo, las voces –no sólo los sindicatos– se multiplican para exigir una supervisión urgente de esta tecnología, que los líderes del gobierno del CAQ, obsesionados por la economía, a veces parecen confundir ingenuamente con la octava maravilla del mundo.

Además, el 25 de abril, el Consejo Superior de Educación (CSE), conjuntamente con la Comisión de Ética en Ciencia y Tecnología, presentó un informe inequívoco pidiendo supervisión y regulación de la IA en la educación superior.

Riesgos de abuso

En muchos aspectos, el análisis del CSE concluye, al igual que la Federación Nacional de Profesores de Quebec (FNEEQ-CSN), sobre el peligro de promover intereses comerciales en el desarrollo de la IA, mientras que la educación superior es un bien común. Pone en duda la eficacia de la IA generativa, así como los beneficios didácticos que nos dicen y llama la atención sobre los riesgos de abuso.

Curiosamente tenemos la sensación de que volvemos a estar protagonizando una película que resultó muy mala. Recordemos la llegada total de las pantallas a las aulas. Era imposible oponerse al “progreso”, afirmamos a principios de la década de 2010, a pesar de la visión crítica de nuestros miembros, que medían los efectos nocivos diarios en sus grupos.

Desafortunadamente, estudios recientes, creíbles y en profundidad de la UNESCO y el INSPQ confirman nuestras aprensiones tecnocríticas, a menudo expresadas. Ahora están obligando a gobiernos, como el de Ontario, a adoptar normas más estrictas que las de Quebec para luchar contra la presencia de pantallas en los establecimientos. Aprendamos de nuestros errores colectivos; ésta es la esencia de la enseñanza.

Supervisar con total colegialidad

El Ministro Déry debería abstenerse de obligar a las redes de colegios y universidades a seguir una directriz uniforme en materia de inteligencia artificial. Sin embargo, debe ejercer su liderazgo para crear un lugar de intercambio permanente, representativo y abierto a diversos puntos de vista, que puedan expresarse según el principio de colegialidad.

Para preservar la calidad de la enseñanza, amenazada por la IA, debemos, por ejemplo, estudiar sus consecuencias sobre las capacidades de aprendizaje de los estudiantes, así como la tentación de recurrir al plagio –que se ha vuelto indetectable– y medir las desigualdades exacerbadas para los grupos vulnerables. situaciones y proteger tanto la información personal como los derechos de autor.

También debemos evaluar el impacto de la IA en los trabajos docentes, ya que los robots conversacionales ahora son casi capaces de llevar a cabo algunas de sus tareas en detrimento de la valiosa y formativa relación profesor-alumno.

Estos inmensos proyectos, por nombrar sólo algunos, no pueden ser prerrogativa de las empresas multinacionales que gastan miles de millones de dólares en desarrollo, esperando cosechar miles de millones más, sin tener en cuenta los efectos a largo plazo sobre los “consumidores”.

Es hora de poner al ser humano en el centro del acto de enseñar para ahorrarnos la pesadilla de un brutal despertar colectivo dentro de unos años, cuando tal vez sea demasiado tarde…

Foto proporcionada por Caroline Quesnel.

Carolina Quesnel, Presidente, Federación Nacional de Profesores de Quebec (FNEEQ–CSN)

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