Unos días antes de su juicio, el bromista con muecas se enamora de un Arlequín punkide. Una secuela rítmica, que mezcla melodrama, relato de juicio y comedia musical.
Por Jacques Morice
Publicado el 1 de octubre de 2024 a las 12:11 p.m.
lSiendo como es la loca ley del mercado, hubiera sido sorprendente que el triunfo de Bromista (más de mil millones de dólares en ingresos) no viene con una secuela. Pero, ¿fue posible, después del asesinato en vivo del presentador de televisión (Robert De Niro), aumentar aún más la escala de la violencia? Joker: Folie à deux avivar moderadamente las brasas.
En cualquier caso, el fuego parece haberse apagado: cuando Arthur Fleck, alias el Joker, aparece en su celda, ha envejecido y es sólo una sombra de sí mismo, acurrucado, aturdido por la medicación, terriblemente delgado: Joaquin Phoenix impresiona desde desde el principio y sigue siendo impresionante hasta el final. Un guardia de prisión lo anima a hacer una broma, pero no sale nada. Mudo, Fleck es un no-muerto en espera de juicio por los cinco crímenes que cometió.
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Lo que le devolverá la vida tiene pelo rubio y una voz potente. Su nombre es Lee Quinzel (Lady Gaga), es una fanática de su brillantez, una atrevida sediciosa, decidida a sembrar el caos por todas partes, estando en sus brazos. Después de ver una película junto con Fred Astaire, su amor estalla en un estallido de alegría liberadora, casi en fuga. Los dos empiezan a cantar y lo volverán a hacer a intervalos regulares. Las canciones son estándares. (Así es la vida, por una vez en mi vida, embrujada…) revisado, reorganizado. Al cantar, los actores están al unísono: Lady Gaga, obviamente más tranquila, apoya a su pareja. Que se pone de pie y hace un bonito número de claqué. Los dos forman una pareja atronadora y malvada, bailando con una mezcla original de elegancia y bufonería feroz, maquillada con majestuosidad. Él, un payaso triste marcado por su sonrisa; ella, Arlequín punkoid, chorreando kohl.
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Joker: Folie à deux mezcla así comedia musical, relato de juicio y melodrama oscuro. Un cóctel bastante desviado, dado el universo bélico de DC Comics y la expectativa de explosión que suscita la primera obra. La película es un poco larga y se habría beneficiado si hubiera dado cuerpo al súper “villano”, incluso si posiblemente sea solo un espejismo. Sobre todo, cuestiona la inquietante duplicación del bromista que hace muecas (¿está loco o se hace el loco?), la cuestión de los testimonios y los alegatos ante el tribunal. Si sigue siendo el espejo de una sociedad enferma, si tiene seguidores fervientes reunidos en masa frente al tribunal y dispuestos a luchar, el Joker es un ídolo a su pesar, ajeno al levantamiento (¿populista?) que es el primero en huir. Dondequiera que va, permanece cautivo, tanto más solo y desesperado cuanto que alguna vez creyó en las sirenas del amor. Su famosa risa amarilla, estridente e inquietante, acaba fusionándose con una profunda tristeza. Sensible en la tan peligrosa pero exitosa recuperación de No me dejes. Un Joker en movimiento, ¿quién lo hubiera pensado?