Cualesquiera que sean las responsabilidades de cada persona, la relación entre inquilinos y propietarios no siempre es sencilla. He aquí por qué la situación empeorará a partir del 1 de enero y por qué en 2025 debería aumentar el número de disputas por alquileres.
Actualmente, una parte importante del parque inmobiliario francés está clasificado como ineficiente en términos energéticos. Los propietarios de estas propiedades se encuentran en una situación delicada: o invierten en costosas obras de renovación o corren el riesgo de perder su derecho al alquiler.
De hecho, a partir del 1 de enero entrará en vigor una nueva legislación que prohibirá el alquiler de viviendas clasificadas en las categorías más bajas en términos de eficiencia energética. Esta decisión podría provocar una retirada masiva de viviendas del mercado de alquiler. Para muchos propietarios, el costo de las renovaciones necesarias podría ser prohibitivo, lo que los llevaría a vender en lugar de renovar, especialmente para las personas mayores, que representan el 23% de los propietarios afectados.
Es por ello que los parlamentarios decidieron flexibilizar esta nueva normativa ampliando la duración de su aplicación. Una decisión que no se pudo votar debido a la caída del Gobierno. Con terribles consecuencias. Según los profesionales inmobiliarios, los DPE F y G representan 1,5 millones de viviendas en alquiler.
La Ley de Clima y Resiliencia de 2021 establece un calendario progresivo para la prohibición del alquiler de viviendas clasificadas como tamices térmicos. A partir de enero de 2025, una gran mayoría de viviendas con calificación G tendrán que cumplir con la norma, o sus propietarios correrán el riesgo de emprender acciones legales. Este plazo podría desencadenar una avalancha de litigios. Abogados y juristas ya predicen que miles de inquilinos acudirán a los tribunales para exigir una reducción del alquiler o del trabajo, según las obligaciones definidas por la legislación.
Loïc Cantin, presidente de la Federación Nacional de la Propiedad Inmobiliaria (FNAIM), subraya la magnitud de la amenaza: “Alrededor de 18.000 viviendas al mes podrían estar sujetas a reclamaciones de los inquilinos contra sus propietarios. Entramos en una espiral de judicialización que recuerda los prolongados conflictos posteriores a la ley de 1948“.
La entrada en vigor de esta nueva legislación vuelve a ser una mala señal enviada a los inversores inmobiliarios. Porque a este endurecimiento de las normas se suma también un aumento de los impuestos inmobiliarios. Pensamos en particular en el aumento de los impuestos sobre la propiedad de año en año. Y en un contexto en el que el ejecutivo busca aumentar los ingresos estatales para reducir el déficit, los propietarios también podrían ser el objetivo de futuras medidas que llegarán en 2025. Recuerde, por ejemplo, que el aumento de los impuestos de transferencia pagados durante la compra de un inmueble fue un objetivo del anterior gobierno de Michel Barnier.
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