DDonald Trump sólo llegará a la Casa Blanca dentro de dos meses, pero el gran pacto global que prometió durante su campaña electoral para anteponer los intereses de Estados Unidos ya ha comenzado. En un sencillo post publicado el lunes 25 de noviembre en su red social Verdad, prometió a Canadá y México aranceles aduaneros del 25% sobre sus exportaciones si estos dos países no ponen fin al narcotráfico y la inmigración ilegal hacia Estados Unidos.
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También amenazó a China con un nuevo impuesto del 10%, que se sumaría al 15% ya vigente desde 2018, y pidió a Pekín que haga todo lo posible para detener las exportaciones de Ingredientes activos utilizados en la fabricación ilegal de fentanilo, un Los opiáceos causan decenas de miles de muertes en los Estados Unidos cada año.
Donald Trump demuestra así, una vez más, que es partidario de soluciones simplistas y expeditas a cuestiones complicadas. Del mismo modo que afirma poder llegar a un acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia “en veinticuatro horas”cree que México y Canadá tienen el poder de “resolver fácilmente” los problemas de la inmigración ilegal y las drogas.
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Aunque por el momento se trata sólo de una amenaza cuyas modalidades aún no están claras, el método está probado. Basado en el chantaje para obtener satisfacción, lo experimentó Trump cuando promocionaba bienes raíces en Nueva York. El presidente electo está convencido de que también se puede aplicar a las relaciones bilaterales entre naciones. Pero el uso de derechos aduaneros como herramienta diplomática tiene el aspecto de una jugada de póquer, que corre el riesgo de causar perturbaciones importantes a nivel económico sin garantizar el cese de los flujos objetivo.
Proteccionismo
Donald Trump ya era partidario de las luchas de poder teñidas de proteccionismo durante su primer mandato. Los resultados no habían sido tangibles. Si bien se suponía que los aranceles reducirían el déficit comercial de Estados Unidos, éste aumentó en una cuarta parte bajo su presidencia. El comercio con China ha disminuido significativamente, pero se han eludido las barreras aduaneras establecidas. Las empresas chinas han reubicado masivamente su producción a otros centros manufactureros como México, Vietnam, Taiwán y Malasia.
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Aunque no son muy eficaces para reequilibrar la balanza comercial, los derechos de aduana pueden tener efectos negativos en la economía. Aumentan los costos de producción y los precios al consumidor. Sin embargo, dado el entrelazamiento de la economía de Estados Unidos con las de México y Canadá, los efectos inflacionarios podrían ser espectaculares en los productos agrícolas, los metales, el petróleo y la industria automotriz. Si bien Donald Trump ganó su elección sobre el tema de la lucha contra la inflación, paradójicamente su política corre el riesgo de relanzarla.
El hombre no está cerca de una contradicción. Con su iniciativa, debilita el T-MEC, el acuerdo comercial que él mismo negoció con México y Canadá en 2020. En ese momento, estuvo tentado de renunciar al libre comercio con estos dos países. Pero, en el último momento, sus secretarios de Agricultura y Comercio lo convencieron de que esto perjudicaría a los agricultores y a los estados federales limítrofes. La pregunta es si, dentro de dos meses, el presidente podrá demostrar el mismo pragmatismo.
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