doSe trata de “un fenómeno en rápida expansión y con un fuerte impacto”, al que la dirección del puerto deportivo de La Rochelle quiere poner freno. Desde que autorizó, en 2015, la actividad de alquiler de embarcaciones en el muelle con fines de alojamiento turístico, “y sus clientes” han constatado “un aumento exponencial” de esta práctica, cuyo volumen se estima hoy en día “más de 20.000 noches por noche”. año”.
Al igual que la ciudad y la aglomeración de La Rochelle, en una cruzada contra los alquileres tipo Airbnb, la dirección anuncia la entrada en vigor de nuevas normas internas para el funcionamiento del puerto deportivo a partir del 1es Enero de 2025. Entre las modificaciones introducidas en este texto, que regula la comercialización y el uso del dominio público: la prohibición total del alquiler para alojamiento.
“Si esta actividad comercial tiene éxito en las dársenas del Puerto Viejo, afectará al buen funcionamiento del puerto deportivo”, explica la dirección, encabezada por Bertrand Moquay, que observó “un aumento significativo de los conflictos vecinales” el año pasado y de las quejas. los pontones. Esta es una de las razones esgrimidas que llevaron a esta decisión de la junta directiva del puerto. A estos problemas crecientes se suma, según la dirección, un “desvío de la vocación portuaria”. “De un refugio para veleros”, explica, “el puerto pasa a ser un lugar de alquiler de mobiliario en beneficio de terceros. La ocupación de la masa de agua por embarcaciones destinadas a hoteles también contribuye a alargar el tiempo de espera para que los navegantes obtengan un puesto de amarre. »
Doble riesgo legal
Los funcionarios y usuarios del puerto deportivo también lamentan “el acelerado deterioro y desgaste de la infraestructura portuaria, consecuencia de un uso intensivo imprevisto”. “Estas instalaciones, saturadas en temporada alta, no están adaptadas para absorber estas nuevas prácticas […]. Esto conduce a un aumento de la movilización de los equipos portuarios, en particular de los servicios técnicos, de seguridad y de relación con el cliente. Esta insuficiencia de equipamiento conlleva también el riesgo de deterioro de la calidad del agua en las cuencas, debido a posibles vertidos vinculados a la actividad hotelera. »
Por último, el alquiler para estancias cortas supondría “un doble riesgo jurídico”. “La negativa casi sistemática de las compañías de seguros a aceptar cubrir el ejercicio de una actividad económica de alojamiento a flote no responde a la obligación de los navegantes o profesionales consagrada en los reglamentos policiales y de funcionamiento portuario. Al mismo tiempo, corresponde a la autoridad portuaria la responsabilidad de autorizar un uso significativo de los pontones, sin un desarrollo específico, por parte de una población no marina y desconocedora de buenas prácticas y riesgos. »
La autoridad precisa, sin embargo, que “esta prohibición se implementará el 1es junio de 2025 para permitir que las partes interesadas anticipen esta transición.
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