El ejecutivo es reprendido, ya que continúan las malas noticias en el mundo laboral. Aumento de las quiebras y de los proyectos de reestructuración, convocatorias de huelga en la SNCF, en Air France y en la administración pública, nuevo aumento de la fiebre entre los campesinos… Como resultado de las dificultades de nuestra economía y de las medidas de austeridad presupuestaria, este creciente entusiasmo reflexiona sobre el Primer Ministro, Michel Barnier, y sus tropas.
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Así lo demuestra el desagradable episodio vivido el viernes 8 de noviembre por Marc Ferracci. Al reunirse con los empleados de la fábrica Michelin de Cholet (Maine y Loira), que cerrará sus puertas en 2026, al igual que la de Vannes, el Ministro responsable de Industria fue atacado enérgicamente a su llegada al establecimiento, obligándolo desaparecer rápidamente. Quienes lo rodeaban pusieron las cosas en perspectiva, argumentando que los abucheos solo duraron unos minutos, para una presencia en el lugar de tres horas, y que habían participado personas ajenas a la empresa. Pero la escaramuza demuestra que el gobierno está atrapado en tensiones sociales.
Aunque el número de despidos y de contratos temporales no renovados sigue siendo hoy inferior al registrado durante la crisis económica de 2008, el equipo de Barnier sigue de cerca los indicadores y observa una tendencia preocupante. Los llamados planes de “protección del empleo”, que se traducen en recortes de plantilla, “aumentando desde 2023 y continuará”admitió el martes ante los diputados la ministra de Trabajo, Astrid Panosyan-Bouvet. “Es la conjunción de problemas estructurales en determinados sectores y una situación cíclica”explicó. Tres días antes, en France Inter, Ferracci no había tratado de pintar la realidad de color color de rosa. “Probablemente habrá anuncios de cierres de sitios en las próximas semanas y meses”dijo, evocando “miles de empleos” eliminado.
Focos de revuelta
Si las dolorosas decisiones tomadas, por ejemplo, en Michelin o Auchan no pueden atribuirse directamente al gobierno, aparecen otros focos de revuelta tras arbitrajes políticos. Este es particularmente el caso en el sector público, donde la perspectiva de una huelga en las próximas semanas parece cada vez más segura. El martes, los ocho principales sindicatos que representan a los agentes se reunieron para discutir una posible respuesta al deseo del ejecutivo de endurecer las condiciones de compensación por las bajas laborales. Están al unísono para impugnar este proyecto.
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