La ciudad de Lucerna, su lago de Lucerna, su antiguo puente de madera… a los turistas extranjeros les encanta. Sobre todo los chinos, que acuden allí en masa. Por eso, desde hace varios días, la Coop-City del casco antiguo muestra traducciones en inglés y chino en las etiquetas de las aguas tranquilas en los estantes.
“Estas traducciones se implementaron a petición de los turistas. El agua es un producto muy popular”, explica el gigante naranja, que no tiene previsto realizar nuevas traducciones en otros lugares de Suiza.
Algunos visitantes se encogen de hombros. Como Su, de Singapur. “Hay que pagar por el agua en el supermercado, mientras que el agua de las fuentes es gratuita. Sería mejor traducir las indicaciones de las fuentes”, opina. Jimmy, de Corea del Sur, considera innecesario el gesto. “Todo el mundo tiene un teléfono inteligente para traducir”, afirma. Él y su esposa preferirían saber “dónde encontrar el mejor vino suizo”.
Para otros, sin embargo, esto no es suficiente. Como esta joven pareja mexicana a la que le gustaría “que todo estuviera traducido al menos al inglés”. No sólo agua, sino también transporte público y atracciones.
Porque si los turistas aman los encantos de Suiza y acogen con agrado la acogida de la población, la mayoría deplora la falta de información y de personas que sepan hablar inglés. De hecho, en muchos lugares los folletos de viajes sólo están disponibles en alemán o francés. Y en las estaciones, las pantallas sólo indican en alemán las vías por las que circulan los trenes. Tantos puntos que complican su estancia.
Pero Sydney, una joven australiana de 20 años, pone las cosas en perspectiva: “En la era de la inteligencia artificial, todo se vuelve fácil de traducir”.
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