Se espera que el otoño sea socialmente gris para el ejecutivo. Varios planes sociales de gran envergadura se anuncian en Michelin y Auchan y aumentan las convocatorias de huelgas y movilizaciones en varios sectores. ¿Qué opciones tiene el gobierno para gestionar estas crisis?
El ejecutivo entra en un periodo muy complicado a nivel social. Podemos esperar miles de recortes de empleos en el sector, según el ministro encargado Marc Ferracci. Una vez no es habitual: está en la misma línea que Sophie Binet, secretaria general de la CGT, según quien “Estamos al comienzo de un violento derramamiento de sangre.” con “más de 150.000 puestos de trabajo que desaparecerán, tal vez incluso más”.
Para el gobierno, el marco es claro: mantener la cabeza fría. Un asesor del Gobierno lo reconoce: hasta ahora se han creado más puestos de trabajo que destruidos, pero teme que, a partir de principios del próximo año, el saldo sea negativo. Matignon asegura que Michel Barnier es “muy atento“, que coordina la acción del gobierno, proyecto por proyecto, en relación con los territorios.
Elementos lingüísticos mientras que el Primer Ministro insistía hasta ahora en decir ante la Asamblea que quería saber qué hacían grupos como Michelin o Auchan con el dinero público que les concedían.
Por el momento, deja en primera línea a su Ministro de Industria, Marc Ferraci, como durante este tenso viaje a la fábrica de Michelin en Cholet, donde se vio expuesto a la ira de los empleados que pronto serán despedidos. Entre bastidores decimos: sí, habrá decenas de fábricas que van a cerrar, justifican varios comunicadores gubernamentales. Pero, en su opinión, sería contraproducente que el Primer Ministro no se dejara encerrar en el registro de las emociones.
La pregunta clave sigue siendo qué puede hacer el gobierno. “Si tuviéramos una varita mágica, la usaríamos” desliza una fuente ministerial, a riesgo de reforzar el sentimiento de impotencia. Y luego está también, y en primer lugar, la cuestión de qué quiere el ejecutivo.
¿Nacionalizar? Ciertamente no. Cambiar a un modelo de economía administrada, tampoco. Prohibir los planes sociales, menos aún. “Debemos tener cuidado con las soluciones ya preparadas“, responde un asesor del gobierno. Sin embargo, “Dile la verdad a los franceses.“: esto es lo que prometió Michel Barnier cuando llegó a la rue de Varenne. Si, por el momento, el Primer Ministro se mantiene discreto sobre el tema, todavía queda algo”muy atento“, asegura hijo del gabinete.
Sin embargo, según su gobierno, lo cierto es que mantener con soporte vital a empresas cuyo modelo económico está al final de su vida sería perjudicial. Ejemplo típico: el sector de la automoción, que debe alejarse del motor térmico.
“Debemos tener cuidado con las soluciones ya hechas”
un asesor de poderen franciainfo
El desafío, según Bercy, es apoyar las transiciones y la inversión en los sectores del futuro, pero no salvar empleos, sólo salvarlos.
En cuanto a los fundamentos vigentes desde que Emmanuel Macron llegó al poder, no hay cambios: lo que el Estado puede hacer es ayudar a los empleados a formarse, a reciclarse, a encontrar trabajo… Sin embargo, quienes rodean al Ministro de Economía refutan la tesis de una cambio de rumbo de la situación económica, y se niegan a hablar de crisis, con “C” mayúscula y en singular. Hay “crisis“y se irán sumando, eso es todo”, deslizamos.
En cuanto a las posibilidades que le quedan, Emmanuel Macron también se está implicando lo mejor que puede, según informa su entorno, que confía en su agencia: el miércoles 13 de noviembre, se espera al Jefe de Estado ante el Collège de Francia durante una conferencia para defender la urgencia de inversiones masivas a nivel europeo, única manera de resistir la competencia de China y Estados Unidos.
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