Tomar decisiones difíciles en tiempos de crisis: ¿podrá Europa afrontar el desafío?
El PIB de la eurozona creció modestamente un 0,4% en el tercer trimestre, superando las previsiones del 0,2%. Si bien este ligero repunte es alentador, queda por ver si puede compensar el persistente estancamiento económico observado en los últimos dos años. Desde el final del impulso fiscal pospandemia, el crecimiento en Europa ha sido anémico, y el PIB apenas ha crecido desde el tercer trimestre de 2022. Varios vientos en contra han frenado la eurozona: interrupciones en el suministro de energía, débil demanda china, política monetaria restrictiva y caídas apoyo presupuestario. Pero, sobre todo, son las debilidades estructurales las que están frenando a Europa, y lo han sido durante más de veinte años.
En este contexto, el informe de Mario Draghi publicado en septiembre, titulado “El futuro de la competitividad europea”, marca un punto de inflexión para las políticas económicas del continente. Este informe revela las causas de la desaceleración del crecimiento y propone acciones necesarias para evitar que Europa sufra una “lenta agonía”. Europa debe crecer más rápido, no sólo para contrarrestar las recientes dificultades económicas, sino también para asegurar su lugar en un orden económico global cambiante.
Riesgos de recesión a corto plazo
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El informe de Mario Draghi se publicó en un momento en que la zona del euro vive un nuevo episodio de debilidad económica. Después de una casi recesión en 2023, el crecimiento se reanudó a principios de 2024 gracias a un aumento del consumo de los hogares y de las exportaciones. Desafortunadamente, esta dinámica alentadora rápidamente perdió impulso, y el crecimiento del PIB del +0,2% registrado en el segundo trimestre se debió principalmente a las exportaciones y al gasto público, mientras que el consumo privado se estancó y la inversión empresarial retrocedió.
Esta desaceleración parece haber continuado durante el verano, lo que no augura nada bueno para el crecimiento del PIB en el segundo semestre. La mayoría de los indicadores económicos han decepcionado y se han deteriorado recientemente, lo que indica, en el mejor de los casos, un crecimiento anémico para la eurozona en su conjunto. En septiembre, el índice PMI Composite cayó por debajo del umbral de expansión y permaneció en la “zona de contracción” en octubre. Alemania está bajo una presión especial, ya que su contracción industrial desde 2023 pesa sobre toda la economía. El desempleo aumentó del 5% en 2022 al 6%, y la confianza de los consumidores y el consumo siguen siendo lentos, sin signos de mejora.
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Desde 2022, Europa ha sufrido una sucesión de shocks desfavorables: sanciones contra Rusia tras la invasión de Ucrania, la interrupción del suministro de gas ruso, la desaceleración de la demanda china de productos manufacturados, un aumento inflacionario y un marcado aumento de las tasas de interés. Sin embargo, Alemania fue la más afectada, debido a la estructura de su economía.
Por el contrario, las economías del sur de Europa se han librado relativamente de estas dificultades recientes, beneficiándose de una demanda resiliente de servicios, particularmente en el turismo. En 2024, su crecimiento y moral económica estaban en una tendencia ascendente, una marcada reversión con respecto a hace una década, cuando las economías “periféricas” se sumergieron en profundas recesiones mientras que las economías “centrales” impulsaban el crecimiento europeo.
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Las tendencias del empleo también reflejan estas dinámicas divergentes en Europa. El desempleo en la eurozona se ha estabilizado en un nivel históricamente bajo del 6,5%, pero ha aumentado en Alemania y Francia, mientras sigue cayendo en Italia y España hasta niveles no vistos desde 2008. Sin embargo, hay signos de una debilidad más generalizada en el mercado laboral. están surgiendo, y el índice de empleo PMI se contrajo por tercer mes consecutivo en octubre. Esta desaceleración podría debilitar aún más el consumo interno, aumentando el riesgo de una contracción de la demanda que podría empujar a la zona del euro a una recesión.
El deterioro del mercado laboral, sin embargo, alivia los temores del BCE sobre la inflación, permitiendo así una aceleración de la flexibilización monetaria con un nuevo recorte de tipos este mes. La desaceleración económica europea debería aliviar las presiones inflacionarias, lo que plantea dudas sobre la naturaleza restrictiva de la política del BCE. Los estrictos estándares crediticios y el débil crecimiento del crédito privado también están pesando sobre las perspectivas de crecimiento de Europa.
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Por tanto, las tendencias económicas actuales siguen siendo desfavorables para la zona del euro en su conjunto, a pesar del dinamismo observado en el sur de la unión monetaria. La parte norte ya está en recesión, o acercándose a ella, y el riesgo de un debilitamiento de la demanda interna en los próximos meses es muy real. Nuevos desafíos en 2025, como las restricciones presupuestarias en Francia e Italia, los aranceles estadounidenses y las tensiones comerciales con China, podrían empeorar la situación. Aunque la flexibilización del BCE podría respaldar a los sectores sensibles a las tasas de interés, así como al consumo de los hogares, es poco probable que sea suficiente para revertir el estancamiento económico de Europa.
Riesgos a largo plazo de una “agonía lenta”
En septiembre, el ex presidente del BCE, Mario Draghi, publicó El futuro de la competitividad europea, un informe histórico sobre la política económica de la UE. Tras un análisis sin concesiones de la situación económica de la Unión Europea, Draghi propone una serie de recomendaciones y políticas a implementar para promover el crecimiento sostenible en Europa y evitar una “lenta agonía” para la segunda economía más grande del mundo.
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Las palabras de Draghi son tan claras que pueden citarse simplemente: “La necesidad de crecimiento de Europa está aumentando. La UE está entrando en el primer período de su historia reciente en el que el crecimiento no estará respaldado por el crecimiento demográfico. Para 2040, se espera que la fuerza laboral se reduzca en casi 2 millones de trabajadores cada año. Tendremos que depender más de la productividad para estimular el crecimiento. Si la UE mantuviera su tasa promedio de crecimiento de la productividad desde 2015, esto solo sería suficiente para mantener el PIB constante hasta 2050, en un momento en que la UE enfrenta una serie de nuevas necesidades de inversión que tendrán que ser financiadas por un mayor crecimiento. Para digitalizar y descarbonizar la economía y aumentar nuestra capacidad de defensa, la proporción de inversión en Europa deberá aumentar en alrededor de 5 puntos porcentuales del PIB a niveles no vistos desde las décadas de 1960 y 1970. Esto no tiene precedentes”.
El 5% del PIB de la UE equivale a más de 800 mil millones de euros en inversiones anuales, que requieren financiación pública y privada. Dado que la deuda pública supera el 100% del PIB en la mayoría de las principales economías de la UE (excepto Alemania), aumentar la deuda para financiar estas inversiones puede parecer contradictorio. Sin embargo, el informe sugiere que si estas inversiones impulsan la productividad y el crecimiento, en última instancia podrían fortalecer las finanzas públicas al expandir la capacidad fiscal.
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El informe de Draghi identifica tres áreas de acción para reactivar el crecimiento sostenible en Europa:
- Cerrar la brecha de innovación con Estados Unidos y China, particularmente en tecnologías avanzadas.
- Desarrollar un plan conjunto y coherente de descarbonización y competitividad para transformar esta necesidad en una oportunidad y no en un obstáculo al crecimiento.
- Incrementar la seguridad y reducir las dependencias en un contexto de crecientes riesgos geopolíticos.
La riqueza de este informe de 328 páginas reside en su capacidad para exponer de forma transparente y exhaustiva la situación económica de Europa, las preocupantes perspectivas si no se toman medidas, así como las acciones necesarias para cambiar de rumbo. Los líderes europeos se enfrentan ahora a una elección decisiva: seguir estas recomendaciones o ignorarlas. Aunque el proceso puede ser largo, muchas de las propuestas de Draghi podrían promover rápidamente el crecimiento. La reunión de líderes de la UE del 8 de noviembre en Budapest representa una oportunidad para actuar, aunque el clima político en Europa hace que esta tarea sea más difícil que nunca.
Tomar decisiones difíciles en tiempos de crisis
El informe de Draghi sobre la competitividad europea llega en un momento crucial: con los efectos post-Covid desapareciendo y el crecimiento disminuyendo, se necesitan acciones urgentes antes de que surjan nuevos desafíos comerciales globales. Este informe también llega en un momento políticamente delicado, ya que las recomendaciones de Draghi exigen que los países europeos cooperen y tomen decisiones colectivas que mejoren las perspectivas de crecimiento común en el mediano plazo, en contraste con el enfoque actual en las preocupaciones nacionales en el corto plazo.
A este respecto, dos reacciones del Ministro de Finanzas alemán pusieron de relieve la dificultad de la tarea a la que se enfrenta Europa: menos de tres horas después de la publicación del informe Draghi, Christian Lindner rechazó claramente la idea de un préstamo común a nivel europeo: “Alemania No aceptaré esto.” Unas semanas más tarde, habría advertido a su homólogo italiano contra una posible adquisición del Commerzbank por parte de Unicredit. Estas declaraciones difícilmente pueden interpretarse como signos de entusiasmo por parte de la mayor economía de Europa por una mayor integración y cooperación económicas.
En términos más generales, las recientes elecciones europeas han revelado un creciente apoyo a los partidos antisistema, lo que refleja un entusiasmo menguante por una Europa unificada. Francia enfrenta una parálisis política, los partidos proeuropeos han perdido terreno y la coalición gobernante de Alemania se está debilitando con cada elección regional, mientras los partidos se concentran en las elecciones federales del próximo año. Anecdóticamente (o no), la decisión de Alemania de restablecer unilateralmente los controles fronterizos fue un ejemplo revelador del apetito actualmente limitado por la cooperación europea. Además, el último Consejo Europeo celebrado este mes se centró en cuestiones migratorias y debates geopolíticos sobre Ucrania y Oriente Medio, dejando poco espacio para la preocupante situación económica interna.
En este contexto, el informe de Draghi destaca que existen soluciones para mejorar la economía europea, pero requieren voluntad política. Si bien la flexibilización del BCE y la recuperación de China pueden ofrecer un alivio temporal, corresponde a los líderes europeos tomar decisiones. Su respuesta determinará si el informe se convierte en una llamada de atención o en una oportunidad perdida para salvar la economía europea.
Conclusión
Estados Unidos experimentó su Bidenómica, que estimuló la inversión en infraestructura y nuevas fábricas, al tiempo que apoyó el consumo a través de beneficios sociales ampliados y recortes de impuestos a los hogares. China acaba de anunciar un amplio plan de recuperación que hasta ahora se ha centrado en políticas de oferta, destinadas a facilitar el acceso al crédito y frenar la caída del mercado inmobiliario, pero que pronto podría complementarse con medidas dirigidas a los hogares para revitalizar el consumo. . Europa es la principal zona económica que está más rezagada, limitada por presupuestos nacionales fragmentados.
Individualmente, las principales economías de Europa no tienen espacio para proporcionar estímulos fiscales a corto plazo. Por lo tanto, la única manera de lograr una forma de estímulo fiscal en Europa sería llegar a un acuerdo sobre la implementación de la estrategia del informe Draghi, financiada con deuda especial emitida a nivel europeo. La reunión del 8 de noviembre en Budapest representa una oportunidad clave para que los líderes europeos se comprometan con una estrategia económica unificada. Hay mucho en juego: ¿podrá Europa hacer frente al desafío?
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