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Carrera por los electrones verdes: África se queda atrás

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África, obstaculizada por un déficit de inversión, está luchando por ponerse al día en términos de electrificación sostenible. Ésta es una de las principales lecciones aprendidas de la cuarta edición del Día del Clima, celebrada por Nexans, el 26 de septiembre en Rabat.

La transición energética en África enfrenta una extraña paradoja. Si bien el continente es uno de los más afectados por los efectos del cambio climático, son los países industrializados los que monopolizan el grueso de las inversiones verdes. Esta división Norte-Sur persiste, a pesar de la creciente conciencia global sobre las cuestiones climáticas. De hecho, sólo el 42% de la población del continente tiene acceso a la electricidad. La debilidad de la infraestructura energética, particularmente en las zonas rurales, exacerba este déficit.

“La electrificación y la iluminación son cuestiones distintas pero esenciales. Sin esto, no podemos hablar realmente de transición energética”, subraya Abel Didier Tella, director general de la Asociación de Empresas Eléctricas Africanas durante el Día del Clima.

Reunidos al margen de la cuarta edición del Día del Clima, organizado por Nexans, el 26 de septiembre, en el marco histórico de Chellah en Rabat, más de 450 participantes del sector público y privado, así como una delegación africana, debatieron cuestiones cruciales. vinculados a la electrificación sostenible.

Marruecos hace cabriolas a la cabeza
A diferencia de la mayoría de países africanos, Marruecos destaca por su apuesta por las energías renovables. Desde 2009, el Reino se ha fijado objetivos ambiciosos destinados a aumentar la proporción de energías renovables hasta el 52% de su combinación energética de aquí a 2030.

Gracias a una estrategia estructurada y a inversiones sostenidas, el país tiene ahora una tasa de electrificación del 99,88%, incluso en las zonas rurales. Este posicionamiento como pionero en el continente fortalece su papel como hub regional y su capacidad para atraer nuevas inversiones, al tiempo que mira hacia oportunidades de cooperación Sur-Sur en el sector de la energía sostenible.

Desafíos estructurales
En el resto del continente, también hay mucho en juego. En 2019, el 72% de la nueva capacidad eléctrica en todo el mundo era renovable, pero África solo contribuyó con el 1,1%. Este bajo porcentaje refleja problemas estructurales, en particular la falta de inversiones y proyectos viables.

“¿Cómo podemos equilibrar la urgencia de electrificar el continente y al mismo tiempo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero?” pregunta Abel Didier Tella. La respuesta está, según este experto, en un enfoque más integrado, que combine electrificación y desarrollo industrial.

Según Sédiko Douka, Comisario de la CEDEAO, “la electrificación en las zonas rurales no es rentable en sí misma, pero es esencial para el desarrollo. Al igual que la educación y la salud, el acceso a la electricidad es un servicio público.

El desafío es, por tanto, lograr que estos proyectos sean financiables, realizando rigurosos estudios técnicos y financieros para atraer las inversiones necesarias. El único inconveniente es que África es plural. Su diversidad geográfica, económica y social explica en parte las evidentes disparidades en el acceso a la energía. Mientras que países como Marruecos tienen una tasa de electrificación cercana al 100%, otros, particularmente en el África subsahariana, luchan por alcanzar el 30%.

Esta brecha energética, amplificada en las zonas rurales donde la infraestructura es casi inexistente, está obstaculizando los esfuerzos de transición. La electrificación, aunque costosa y difícil de rentabilizar en determinadas regiones, sigue siendo una palanca esencial para el desarrollo económico y social del continente.

La industria, la piedra angular
Más allá de la infraestructura, el continente está lleno de abundantes reservas fósiles y renovables, pero aún están subexplotadas.

“Cometimos el error de disociar el desarrollo energético del desarrollo industrial”, observa el director general de la Asociación de Empresas Eléctricas de África.

La clave está en el acoplamiento de estos dos sectores, que no sólo aprovecharía este potencial, sino que también crearía empleos sostenibles, en particular mediante el asentamiento de poblaciones en zonas rurales. Un enfoque que también comparte Marc Grynberg, administrador climático de Nexans, para quien la transición energética no debe verse como una limitación, sino como una oportunidad.

De hecho, la innovación tecnológica, como el desarrollo de cables con bajas emisiones de carbono, ofrece a los fabricantes los medios para modernizar las redes eléctricas y al mismo tiempo reducir su huella ecológica. Este acoplamiento entre industria y energía podría convertirse así en el motor de un crecimiento sostenible para África, siempre que los actores del sector estén convencidos de que estas nuevas normas representan no sólo una solución viable, sino el futuro mismo de la industria.

Sin embargo, el éxito de esta transición energética en África no se medirá sólo en megavatios añadidos o proyectos lanzados. Dependerá sobre todo de la capacidad del continente para integrar la energía en el centro de su desarrollo industrial e ir más allá de la simple extracción de recursos.

De lo contrario, África seguirá exportando sus materias primas sin beneficiarse realmente de ellas, perpetuando así una dependencia económica heredada de varias décadas. El futuro energético del continente está en juego aquí:
hacer de la electricidad no sólo una respuesta a las necesidades inmediatas, sino también una palanca de autonomía y transformación económica a largo plazo.

Shems’y, modelo de energía solidaria en el medio rural

La electrificación de la aldea de Shems’y, presentada durante la cuarta edición del Día del Clima, representa un enfoque innovador y solidario para la transición energética en las zonas rurales. Apoyado por la Fundación Nexans y la Asociación Marroquí de Ayuda a los Niños en Situación Precaria (AMESIP), este proyecto se basa en la instalación de paneles fotovoltaicos para proporcionar energía sostenible a una comunidad especialmente vulnerable.

Más allá del simple suministro de electricidad, Shems’y forma parte de un enfoque para empoderar a las zonas rurales, ofreciendo una solución inmediata y duradera. Este modelo podría servir como referencia para otras iniciativas similares, allanando el camino para una reflexión más amplia sobre el acceso equitativo a la energía en regiones aisladas.

Ayoub Ibnoulfassih / Inspiraciones ECO


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