Imagina un bosque antiguo desenterrado en la meseta Beartooth, hasta entonces enterrado bajo el hielo. Este increíble descubrimiento causó sensación en el mundo científico y entre el público en general. Arroja luz sobre los efectos de los períodos cálidos en los ecosistemas alpinos, un tema candente en la actualidad. Los resultados, publicados en Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS)nos dan pistas valiosas sobre nuestro clima pasado y lo que podría presagiar para el futuro.
¿Cómo se descubrió este bosque helado?
Los investigadores han descubierto un bosque de pinos de corteza blancaencaramado en 3.048 metros sobre el nivel del mar. Estos árboles vivieron aproximadamente 6 000 añosen una época en la que el clima era más suave que el actual. Entonces hay aproximadamente 5 500 añosLa glaciación cubrió estos árboles, preservando así un raro testimonio del clima de la época. Este fenómeno resulta de una variación de la radiación solar en verano combinada con el enfriamiento debido a los volcanes.
Ahora que el calentamiento actual está derritiendo el hielo, estos restos están resurgiendo, ofreciendo a los científicos una oportunidad única de estudiar cómo los climas pasados dieron forma a estos entornos montañosos.
El origen de la exploración de la meseta Beartooth
Todo comenzó con Craig Lee en 2007, cuando encontró un fragmento de atlatl que databa de 10 300 años en esta región. Estos estratos helados contienen no sólo tesoros culturales sino también datos medioambientales cruciales.
Para realizar su investigación, David McWethy, Craig Lee y Greg Pederson tomaron núcleos de hielo para analizar isótopos de agua y materia orgánica. Greg Pederson también fechó por radiocarbono la madera antigua para determinar su edad exacta. Los resultados muestran que durante un período más húmedo y templado, la línea de árboles aumentó, permitiendo que los bosques de pino de corteza blanca prosperaran durante aproximadamente 500 años.
Una colaboración para entender el mañana
Comenzó en 2016el proyecto se amplió en 2018 con la adición de otras capas de hielo alpinas mediante la colaboración con tribus locales, agencias federales y universidades. Esta sinergia tiene como objetivo no sólo arrojar luz sobre nuestro pasado sino también predecir trastornos futuros.
El estudio advierte: Si el calentamiento persiste, podríamos ver las líneas de árboles trepar una vez más, transformando potencialmente la tundra alpina en un denso bosque. Elementos como la lluvia o la nieve influirían en esta transición forestal. Cathy Whitlock advierte que menos nieve amenazaría seriamente nuestros recursos hídricos necesarios para el riego y la energía hidroeléctrica.
Greg Pederson dice: “Las temperaturas durante la temporada de crecimiento determinan principalmente dónde se ubican estas líneas de árboles”. Pero cuidado: la humedad o las actividades humanas también podrían alterar este frágil equilibrio.
David McWethy añade que estos cambios podrían alterar el riesgo de incendios en estas regiones anteriormente dominadas por la tundra.
Una nueva mirada a nuestro futuro climático
Este descubrimiento no sólo arroja luz sobre nuestro pasado ecológico; también arroja una dura luz sobre nuestro futuro frente al cambio climático global. Como dice Greg Pederson: “Esta es la razón por la que estudiar los cambios ecológicos del pasado va mucho más allá de la simple curiosidad científica; puede transformar nuestra gestión futura de recursos vitales”. La fascinante historia que cuenta este antiguo bosque glaciar nos recuerda lo urgente que es comprender estas dinámicas para anticipar mejor los desafíos climáticos que nos esperan a todos.
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