Una de las expresiones más logradas de elegancia automovilística de los últimos veinte años acaba de renovarse. Audi finalmente ha decidido devolver el brillo al A5, un modelo que ha contribuido en gran medida a su reputación de marca distinguida que juega la carta de la elegancia alemana, sin demasiado ostentación.
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No del todo cómodos en el frente de la transición energética, los anillos de Ingolstadt han decidido reorganizar su catálogo. A partir de ahora, los eléctricos tendrán un número par y los térmicos un número impar, una reorganización que permite reunir bajo una misma entidad al muy sabio A4 y al augusto A5. O, mejor dicho, llevar a cabo una operación de fusión-adquisición en beneficio de este último, privado de sus versiones cupé y descapotable -corren tiempos difíciles cuando no se es un SUV-, pero que hereda la variante Avant (familiar) del antiguo A4. .
Detrás de esta reagrupación de fuerzas está la necesidad de revitalizar la pareja A4-A5, modelos térmicos que sólo representan 150.000 unidades al año, mientras que pesaban 300.000 unidades en 2018 e incluso 400.000 en 2008, recuerda la consultora Inovev. Para recuperar la iniciativa frente a la apisonadora de los SUV, también en su propio campo, Audi ha optado por un enfoque muy clásico, favoreciendo el familiar Avant, el modelo que parece ser la propuesta más convincente entre la nueva gama A5. Según Audi, debería representar tres cuartas partes de las aproximadamente 4.000 matriculaciones que la marca pretende alcanzar en 2025 en Francia.
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