lo esencial
Se trata de una práctica cada vez más común en el país: según un estudio reciente, el 18% de los franceses ya han gastado dinero en un mercado de divisas digitales. Desde sus primeros logros hasta la desilusión, tres de ellos nos cuentan su experiencia en el campo.
Sólo hizo falta un correo electrónico para convencer a Brigitte. Algunas informaciones, noticias y consejos concentrados en boletines periódicos… Suficientes para despertar la curiosidad de esta residente de Fontenilles (Alto Garona), que vio – casi con naturalidad – el vasto mundo de las criptomonedas imponerse en su vida diaria. ¿Por qué este interés? “Por curiosidad”, dijo, “incluso si la codicia es una idea subyacente, no debemos mentirnos a nosotros mismos”. Para Brigitte, lanzarse a las profundidades de las finanzas a los 63 años requirió necesariamente una actualización: “12 módulos de formación, de una hora cada vez, repartidos en varios meses, para aprender el vocabulario y los principios operativos”, afirma el interesado.
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Muy rápidamente se encontró dando sus primeros pasos. Brigitte sigue las recomendaciones que le dieron durante su formación. Invierte 1.500 euros en Bitcoin, Ethereum y Solana, tres monedas criptográficas. En pocos meses, recuperó cuatro veces su inversión inicial: “Fue muy rentable”, sonríe Fontenilloise, quien sin embargo se niega a superar la oferta “Creo que voy a liquidar parte de mi patrimonio”. A pesar de su experiencia, Brigitte describe un mundo que tiene su propia lógica, con funcionamientos “oscuros” y “complejos”: “Nunca me sentí realmente a gusto allí”, pone las cosas en perspectiva.
“Ganancias multiplicadas por 60”
El que se hace llamar “Vynotep” ha oído mucho este discurso. Cuando este residente de la región Centro empezó en 2017, quería sobre todo “formarse una opinión” sobre el tema: “Había un gran revuelo contra este tipo de tecnología”, recuerda este treintañero, siempre escéptico. de discursos oficiales. “Vynotep”, que ya es un experto en tecnología, se educa y se documenta. En cuatro años sacará de su bolsillo casi 10.000 euros. Y luego, en 2021, obtiene importantes beneficios: “Mis ganancias después de la inversión se han multiplicado por 60”.
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El inversor se da un capricho, financia unas estupendas vacaciones con su pareja. En 2022, sin embargo, fue sorprendido por las autoridades fiscales, que le interrogaron sobre estas importantes entradas de dinero. “Vynotep” se ve entonces obligado a pedir un préstamo para poder pagar sus impuestos: “Fue una tragedia personal extrema”. Su humor cambia. Su relación ya no se sostiene… Pero en cuanto a su mala suerte, el treintañero sigue convencido de que no tiene nada que ver con el mundo de las criptomonedas: “Estas dificultades se deben sobre todo a una mala gestión personal. ” Por tanto, sus “criptoactivos”, “Vynotep”, los mantienen calientes, a la espera de días mejores.
“Sólo gastamos dinero que no utilizamos”
Después de importantes pérdidas de dinero, Gaël lo detuvo todo. Este Alta Saboya, que ahora tiene 38 años, se inició en el mundo de las criptomonedas desde muy joven. En 2013, adquirió un “minero”, un imponente dispositivo procedente de China, financiado con bitcoins. “Es una especie de calculadora que permite transcribir transacciones e intercambios”, explica este último. Sobre todo, esto permite a Gaël ganar bitcoins a cambio de estos ingeniosos cálculos… Problema: el dispositivo consume mucha energía. “Lo coloqué en mi baño porque desprendía mucho calor”, explica. “Ganaba unos cincuenta euros al mes y al mismo tiempo pagaba casi 150 euros en costes de electricidad”.
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Muy rápidamente, Gaël detuvo esta actividad y se metió la mano en el bolsillo para adquirir sus primeros bitcoins, unos cuarenta en total. Una mala operación le hace perder 10 de sus preciadas posesiones, el equivalente a un millón de euros en la actualidad. Un duro golpe que finalmente le empujará a liquidar todos sus bienes…. y cesar toda inversión en criptomonedas. Mirando hacia atrás, no siente ningún resentimiento. Todos nuestros testigos coinciden en que, cuando invertimos en criptomonedas, “sólo gastamos el dinero que no utilizamos”.