El Banco Central americano, la Reserva Federal, tomó la iniciativa el jueves para defender su sacrosanta independencia frente a Donald Trump, que no oculta su deseo de influir en sus decisiones, aunque sin mencionarlo explícitamente.
Las decisiones de la Reserva Federal “no pueden ser revocadas por ninguna otra parte del gobierno, excepto, por supuesto, el Congreso”, dijo el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, en una conferencia en Dallas, Texas.
El próximo regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha generado temores sobre la capacidad de la Reserva Federal para resistir la presión política.
Donald Trump no ha ocultado su deseo de influir en sus decisiones. En agosto consideró que “el presidente debería al menos dar su opinión”.
Y cuando la institución inició un primer recorte de tipos en septiembre, pocas semanas antes de las elecciones del 5 de noviembre, el entonces candidato republicano la acusó de seguirle el juego al candidato demócrata.
“No pensamos, cuando tomamos nuestras decisiones, en el bienestar de un partido político ni nada por el estilo. Sólo estamos analizando los aspectos macroeconómicos y haciendo lo mejor que podemos”, aseguró Jerome Powell.
“Hasta el final de mi mandato”
También citó las “numerosas investigaciones” realizadas sobre el tema, que “demuestran que los bancos centrales que son independientes […] Otras partes del gobierno están haciendo un mejor trabajo con la inflación”.
“Y eso tiene mucho sentido, porque […] No pensamos en otros factores políticos que, francamente, distraerían la atención del ya difícil trabajo que tenemos que realizar”, continuó.
Durante su primer mandato, Donald Trump rompió con la costumbre y comentó las decisiones de la Reserva Federal, atacando incluso frontalmente a sus funcionarios -incluido Jerome Powell, a quien él mismo ascendió a jefe del banco central- cuando las tasas no caían lo suficientemente rápido para su gusto.
Jerome Powell también reiteró que no tenía intención de dejar su cargo antes del final de su mandato, en mayo de 2026: “Serviré hasta el final de mi mandato como presidente, y eso es todo lo que decidí”.
El pasado jueves, durante la rueda de prensa que ofreció tras la reunión de la Fed, respondió escuetamente “no” a un periodista que le preguntó si se planteaba dimitir. Y recordó que obligarle a marcharse estaba “prohibido por la ley”.
“Aislados de fuerzas externas”
El presidente de la institución de política monetaria, sin embargo, se abstuvo de mencionar el nombre de Donald Trump. Los funcionarios de la Reserva Federal suelen ser muy cautelosos y evitan cuidadosamente comentar sobre la situación política.
Por tanto, las palabras de Jerome Powell son especialmente contundentes. Y lo son tanto más cuanto que, el jueves por la mañana, la gobernadora de la Reserva Federal, Adriana Kugler, pronunció desde Montevideo (Uruguay) un largo discurso sobre el tema.
Sin nombrar nunca a Donald Trump, ni mencionar explícitamente la situación política en Estados Unidos.
“El Congreso nos pide […] ser objetivos, independientes, estar aislados de fuerzas externas para tomar nuestras decisiones, […] y esto es lo que hacemos todos los días”, afirmó el directivo.
“Estamos comprometidos con nuestro mandato”, subrayó también.
Uno de los amigos íntimos de Donald Trump, Scott Bessent, cuyo nombre se menciona para convertirse en secretario del Tesoro, ha puesto sobre la mesa la hipótesis de un “presidente en la sombra” de la Reserva Federal, cuya presencia tendría como objetivo garantizar que el verdadero presidente de la institución ya no tiene ninguna influencia.
“Cuando el banco central es independiente, el papel de los gobiernos […] generalmente implica representar a la población especificando un mandato para el banco central y responsabilizándolo mediante el seguimiento de su desempeño y el nombramiento de sus líderes”, dijo Adriana Kugler.