¿Se podría evitar la venta del fabricante de Doliprane? ¿Era necesario? Si Francia y la Unión Europea tienen herramientas de soberanía, nada dice que fuera prudente movilizarlas en esta cuestión.
La actual venta de Opella, la filial de Sanofi responsable de la comercialización de Doliprane, a un fondo de inversión estadounidense, puede haber suscitado vivos debates. En cuestión, los riesgos que esta transferencia supone para nuestra soberanía farmacéutica nacional.
Esta sesión debe situarse en el contexto de la globalización que ha provocado deslocalizaciones. Esto hace que Francia dependa de cadenas de producción distantes, hasta el punto de que la soberanía está hoy amenazada en varios sectores estratégicos, incluida la farmacia. Ante estas amenazas, parece necesaria la deslocalización en territorio nacional o europeo de fábricas de producción de un determinado número de productos considerados vitales para la población.
¿Montar o producir?
A Francia no le faltan instalaciones para fabricar medicamentos como Doliprane, pero todavía carece de fábricas para producir sustancias activas. Actualmente, más del 85% del paracetamol se importa desde regiones fuera de la Unión Europea (UE), principalmente de China e India.
De hecho, un medicamento está compuesto por uno o más principios activos, excipientes y elementos de embalaje. En el caso de Doliprane, Opella produce el comprimido, es decir, ensambla el paracetamol (el principio activo) y los excipientes (como la povidona), que aseguran la resistencia y estabilidad del comprimido.
3 mil millones en financiación
Los riesgos de perturbaciones en nuestras cadenas de suministro llevaron a Emmanuel Macron a decidir en junio de 2020 trasladar la producción a Francia gracias a la concesión de ayudas públicas masivas a las empresas farmacéuticas.
La iniciativa es compatible con la legislación europea que busca “promover la realización de un importante proyecto de interés común europeo (PIICE)” que involucra a varios Estados miembros, es decir, una política industrial europea activa cuando el mercado demuestra estar fallando. Así, dieciséis Estados miembros, incluida Francia, lanzaron un “IPIEC Salud” en marzo de 2022, para “apoyar la innovación y mejorar la calidad y el acceso a la atención de los pacientes europeos”. Aparece hoy como el medio para concretar la estrategia francesa y europea de deslocalización de la producción de medicamentos y para proporcionar una financiación importante compatible con el régimen europeo de ayudas estatales (Francia ha movilizado, en el marco de Francia 2030, un presupuesto sanitario de 3 mil millones de euros).
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¿Ayuda no correspondida?
En junio de 2021 se concedieron importantes ayudas públicas a la empresa Seqens para la construcción de una nueva planta de producción en su principal centro industrial en Francia, con el objetivo de producir hasta 10.000 toneladas anuales de paracetamol y distribuirlo en Francia de aquí a 2025. Seqens era propiedad de un fondo de inversión francés (Eurazeo) desde 2016, pero desde diciembre de 2021, La empresa fue comprada por un fondo de inversión estadounidense, lo que suscitó muchas interrogantes ante el riesgo de que la producción de paracetamol se deslocalizara nuevamente a un tercer país y el mercado francés quedara desabastecido.
¿Por qué el gobierno francés no se opuso entonces a esta adquisición y no se opone hoy a la de Opella? A partir de 2019, la UE adoptó un mecanismo para filtrar y controlar las inversiones extranjeras directas, cuyo objetivo es “contener” las adquisiciones de nuestros “campeones nacionales” por parte de inversores de terceros países. Los Estados pueden tomar medidas encaminadas a autorizar, condicionar, prohibir o incluso cancelar la adquisición de bienes de una empresa residente en su territorio siempre que perjudique o amenace perjudicar activos considerados “estratégicos”.
Un equilibrio por encontrar
En Francia, el Ministro de Economía tiene un “derecho de veto” que le permite no autorizar una adquisición en un sector sensible. E incluso cuando lo autoriza, puede condicionar su autorización y tiene los medios desde la ley del Pacto de 2019 para hacer cumplir las condiciones iniciales. Puede retirar su autorización, ordenar al inversor extranjero que respete las condiciones fijadas si fuera necesario mediante una sanción y aplicar sanciones pecuniarias.
Sin embargo, el equilibrio que hay que encontrar es delicado entre intentar atraer capital internacional necesario para la reindustrialización del territorio y negarles su salida posterior como parte de una reubicación. Por tanto, la solución no consiste, sistemáticamente, en oponerse a dichas adquisiciones. Hay múltiples vías que explorar para conseguirlos en el marco de una asociación con el sector privado (sin el cual no se puede llevar a cabo la política de reindustrialización).
El margen de maniobra de la minoría
La integración del Estado francés en el capital de la nueva empresa, a través de Bpifrance, es una vía posible. Al convertirse en accionista, incluso minoritario, el Estado participa en el gobierno de la empresa y pretende ejercer un cierto control sobre los compromisos que el inversor extranjero pueda haberse visto obligado a asumir en materia de deslocalización industrial. Otra es condicionar la concesión de ayudas públicas a compromisos de no deslocalización de producción, del mismo modo que condicionar la autorización del Ministro de Economía para la compra de la empresa a compromisos del inversor extranjero en materia de preservación de la sostenibilidad de las actividades, industriales capacidades e investigación y desarrollo en territorio francés.
Este parece haber sido el caso de la adquisición de Seqens y de Opella por parte de un fondo de inversión estadounidense. La ausencia de oposición a estas adquisiciones sensibles demuestra los compromisos asumidos para garantizar la continuidad de la fabricación de paracetamol en Francia por parte de Seqens que, vinculada por contratos de suministro con Opella o UPSA, seguirá proporcionándolos para permitirles ensamblar Doliprane en Francia, por ejemplo. las necesidades del mercado francés.
¿Por qué Sanofi vende Doliprane?
Sanofi, por su parte, asegura el futuro del grupo y de la farmacia francesa: aunque es muy popular, Doliprane no es muy rentable. Sanofi pretende con esta venta liberar importantes fondos para invertir en áreas terapéuticas con mayor valor añadido, como la oncología o las enfermedades raras. En esta lógica de diversificación, la empresa adquirió Provention Bio en 2023 por 2,9 mil millones de dólares y en mayo de 2024, Inhibrx por 1,7 mil millones de dólares.