Según un estudio publicado recientemente en Alemania, el motor térmico aún podría vivir al menos cien años.
Desde hace varios años, el coche térmico ha sido criticado por todos lados y se está haciendo todo lo posible para hacerlo desaparecer. Y con razón, la Unión Europea se ha fijado el ambicioso objetivo de prohibir la venta de nuevos vehículos térmicos de aquí a 2035 para reducir Emisiones de CO2 en el sector del automóvil. Así, la transición al vehículo eléctrico parece ser el principal camino a seguir para lograr esa descarbonización.
La térmica debería vivir mucho tiempo.
Sin embargo, esta dirección está lejos de ser unánime, especialmente entre los fabricantes y algunos expertos que dudan de la viabilidad de este objetivo. Si la Unión Europea mantiene el rumbo hasta 2035, esto significaría que en los próximos quince años la mayoría de los vehículos térmicos podrían desaparecer. Carreteras europeas Sin embargo, los escépticos señalan que muchos fabricantes ya están retrasados en sus objetivos de electrificación, lo que podría poner en peligro el plazo. Además, la producción de vehículos eléctricos todavía implica desafíos técnicos y logísticos, sin olvidar inversiones colosales para transformar las cadenas de producción actuales. Entre las voces discordantes, la de. Fernando DudenhöfferDestaca , economista alemán y cofundador de la agencia de investigación automovilística CAR. Para él, el motor de combustión interna no está a punto de desaparecer e incluso podría seguir utilizándose durante un siglo más. Presenta varios argumentos para justificar su punto de vista, incluidas las políticas gubernamentales y la dinámica del mercado automovilístico actual.
Sigue siendo un futuro prometedor
Según Dudenhöffer, algunos gobiernos, incluido el alemán, parecen dudar de la idea de promover masivamente los coches eléctricos. El experto señala que Berlín puso fin recientemente a las subvenciones para ayudar a la compra de vehículos eléctricos, una decisión que podría frenar la adopción de estos modelos por parte del público en general. Esta reducción de los incentivos financieros hace que los coches de cero emisiones sean menos atractivos en comparación con los vehículos térmicos, que en ocasiones se benefician de mayores descuentos. Por tanto, muchos consumidores podrían recurrir a Modelos térmicos más asequibles. Otro argumento de Dudenhöffer se refiere a la rentabilidad para los fabricantes. Según él, los coches térmicos generan mayores márgenes de beneficio que los vehículos eléctricos, lo que hace que estos últimos sean menos atractivos desde el punto de vista comercial. “Dados los mayores márgenes de beneficio de los coches con motor de combustión, es más fácil ofrecerles descuentos. Con la eliminación de la prima para los coches eléctricos, las marcas de automóviles a veces incluso registran pérdidas en estos modelos”, explica el economista.
Así, a pesar de la presión política para hacer una rápida transición a lo eléctrico, parece que los fabricantes siguen apegados a los coches térmicos. Dudenhöffer cree que este apego podría dificultar el cumplimiento del plazo de 2035. De hecho, los desafíos de producción, los altos costes y las incertidumbres tecnológicas podrían llevar a los fabricantes a ralentizar la transición. Así, si el futuro del sector del automóvil sigue siendo incierto, la idea de una desaparición total de los motores térmicos en 2035 parece cada vez más cuestionada.
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