El proyecto constituye el corazón del segundo mandato de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea reelegida este verano. Sin embargo, entre intereses divergentes y desacuerdos ideológicos entre los Estados miembros, su éxito está lejos de estar garantizado.
Bajo la presión de los Estados Unidos de Donald Trump, los Veintisiete, reunidos en una cumbre en Budapest, lanzan el viernes un plan de reformas a largo plazo inspirado por el ex primer ministro italiano Mario Draghi para intentar sacar a la economía europea de la crisis. crisis.
El proyecto constituye el corazón del segundo mandato de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea reelegida este verano. Sin embargo, entre intereses divergentes y desacuerdos ideológicos entre los Estados miembros, su éxito está lejos de estar garantizado.
Europa debe reactivar su crecimiento mediante inversiones masivas en innovación digital, transición verde e industrias de defensa, estima Mario Draghi en un informe de 400 páginas que presentó a principios de septiembre en Bruselas y que vendrá a defender en Budapest.
Su observación es sombría y clara: Europa está sufriendo un declive económico en comparación con Estados Unidos y está aumentando peligrosamente su dependencia de China para ciertas materias primas y tecnologías estratégicas.
La renta per cápita “ha aumentado casi el doble en Estados Unidos que en Europa desde 2000”, subraya.
“Agonía lenta”
Si no realiza cambios radicales, la UE vivirá “una lenta agonía”, advierte.
Una advertencia que adquirió otra dimensión esta semana tras la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. El multimillonario estadounidense ha prometido abordar los superávits comerciales de la UE imponiendo impuestos a las importaciones.
El ex presidente del Banco Central Europeo calcula las inversiones necesarias en el Viejo Continente entre 750 y 800 mil millones de euros al año, un esfuerzo superior al Plan Marshall de Estados Unidos que apoyó la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial. guerra.
Este muro de inversión es un enorme desafío para los 27 países de la UE que intentan reducir su deuda y sus déficits presupuestarios.
Es de esperar que el debate de los jefes de Estado y de Gobierno europeos del viernes “se centre en la financiación, la financiación y la financiación”, resume un diplomático europeo.
Los líderes de la UE reconocen “la urgencia de una acción decisiva”, en un proyecto de declaración conjunta que retoma los principales ámbitos de trabajo propuestos por Mario Draghi: profundización del mercado único, unión de los mercados de capitales, aplicación de una política comercial que defienda los intereses europeos, regulación simplificación…
Riesgo de “declaraciones finas”
En cuanto a la financiación, los Veintisiete reconocen que será necesario movilizar “financiaciones tanto públicas como privadas” y afirman que quieren “explorar todos los instrumentos y herramientas”, una mención controvertida que de por sí suscitó largas conversaciones.
De hecho, Alemania y otros países “frugales” del norte de Europa excluyen cualquier recurso a una nueva deuda común, a pesar del éxito del histórico plan de recuperación post-Covid de 800 mil millones de euros iniciado en 2020. Para estos países, la propuesta defendida por Mario Draghi , con el apoyo de Francia, sigue siendo una línea roja.
Sin embargo, podrían considerar la financiación pública a través del presupuesto de la Unión Europea o un mayor recurso al Banco Europeo de Inversiones.
Se hará mayor hincapié en la financiación privada movilizando el ahorro europeo hacia las necesidades de las empresas y derribando las barreras nacionales que impiden la creación de un verdadero mercado financiero interior.
“El informe Draghi constituye una base sólida para preparar propuestas” de la Comisión Europea, subraya un alto funcionario de la UE. Las primeras propuestas concretas no se esperan hasta dentro de varios meses y la implementación de las reformas debería extenderse a lo largo de varios años.
Más allá de la declaración de Budapest, los países miembros corren el riesgo de quedar empantanados en debates interminables. Además del problema de la financiación, sus intereses divergen en la unión de los mercados de capitales, una auténtica serpiente marina de cumbres europeas.
La creación de una unión de industrias de telecomunicaciones, energía o defensa también está bloqueada desde hace años.
Para Sylvie Matelly, directora del Instituto Jacques Delors, el riesgo es que “los Estados hagan bellas declaraciones pero no haya mucho detrás de ellas”.
Los líderes de la UE “todos pueden estar de acuerdo en que debemos invertir masivamente, pero ¿cómo podemos hacer esto con alemanes que no están decididos a cambiar el paradigma sobre la deuda?”