En vísperas de las elecciones americanas, François Lenglet se interesa por una cuestión crucial de la campaña: la economía.
Si se mira de cerca, a este nivel, a Estados Unidos le está yendo mucho mejor que a Europa.
Estados Unidos es la estrella del crecimiento global. Y esto no data de Joe Biden. Desde 2010, la riqueza de Estados Unidos ha aumentado un 37%, mientras que en la zona del euro sólo es un +20%. De ahí esta considerable diferencia en el nivel de vida económico: un estadounidense produce con 81.000 dólares al año, mientras que un europeo se conforma con 45.000 dólares al año.
En la raíz de la gran brecha está, por supuesto, la demografía. La inmigración en particular, más dinámica y sobre todo más cualificada que en Europa. También está el precio de la energía, dos o tres veces más bajo al otro lado del Atlántico, gracias a los depósitos de petróleo y gas. Yacimientos que Estados Unidos explota masivamente, ignorando las limitaciones climáticas.
Los americanos, más numerosos, trabajan más horas que nosotros.
Pero Estados Unidos también tiene otros dos activos. Primero el trabajo. Los estadounidenses son, en proporción, más numerosos que nosotros en el trabajo y trabajan más horas: 1.800 horas al año, frente a 1.570 en Europa.
La otra diferencia es una fiscalidad más baja, favorable a la actividad económica. Con una compensación: menos impuestos significa menos redistribución y, por tanto, más desigualdad. ¿Estarían preparados los europeos para ello?
Business