Consulta y agitación por la hoja de ruta de Francia 2025-2035.

Consulta y agitación por la hoja de ruta de Francia 2025-2035.
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Era el 10 de febrero de 2022 en Belfort, en el entorno industrial de la fábrica de General Electric en Belfort. Emmanuel Macron, entonces candidato a la reelección, definió objetivos de la política energética francesa para 2050 y anunció el relanzamiento de la energía nuclear civil, con el proyecto de seis nuevos reactores EPR2. “En el segundo semestre de 2022 se llevará a cabo una amplia consulta pública sobre energía, luego se llevarán a cabo debates parlamentarios en 2023 para revisar la programación energética plurianual”, dijo. La consulta comenzará con casi dos años de retraso. Por el contrario, no se celebrarán debates parlamentarios. La serpiente marina de una gran ley energética se sumergió en aguas profundas. El gobierno pretende gobernar por decreto.

Después de mucho retraso, el gabinete de Roland Lescure, ministro de Industria y Energía, lo confirmó hace tres semanas. La hoja de ruta energética del país 2025-2035 debería ver la luz a finales de año, tras una consulta pública realizada bajo los auspicios de la Comisión Nacional para el Debate Público (CNDP), autoridad administrativa independiente que, en nuestra región, organizó una consulta sobre los proyectos de parques eólicos frente a la isla de Oléron (Charente Marítimo) y de un gigantesco parque fotovoltaico en Saucats (Gironda). Durante su reunión del 2 de mayo, el CNDP designó a sus “garantes” para este debate sobre la programación energética plurianual (PPE) y sobre la tercera estrategia nacional baja en carbono que la acompañará.

“Desviaciones del calendario”

Detrás de estos términos, tan desagradables como jerga, se esconden cuestiones muy concretas. ¿Qué lugar debería ocupar cada fuente de energía en el futuro? ¿Cuánta energía instalar para energía solar, eólica terrestre y marina? ¿Qué calendario para la energía nuclear? ¿Qué camino podemos tomar para reducir los combustibles fósiles (carbón, gas, petróleo) que están torpedeando el clima? Para los sectores afectados, es más que urgente pronunciarse. En una medida muy inusual, Corinne Le Quéré, presidenta del Alto Consejo para el Clima, organismo de expertos creado por el Estado en 2019, envió hace un mes una carta en este sentido a Gabriel Attal. El climatólogo francocanadiense le alertó sobre los retrasos en todos los documentos de programación en materia de energía y clima. Son “esenciales para orientar la acción climática a largo plazo”, recordó, señalando “los cambios en el calendario”.

Si Roland Lescure respondió a su manera, se tomó evidentes libertades con la ley. La de noviembre de 2019, denominada “energía climática”. Prevé que cada cinco años, “una ley determina los objetivos y fija las prioridades de acción de la política energética nacional para responder a la emergencia ecológica y climática”. Al confiar en el papel asignado al Parlamento, el gobierno evita un debate complicado y un riesgo importante de no encontrar una mayoría. Al hacerlo, atrae la ira de los diputados y senadores que trabajan en el tema.

Daniel Grémillet es uno de ellos. Vicepresidente (LR) de la Comisión de Asuntos Económicos del Senado, presidente del grupo de estudio sobre energía, critica la decisión del ejecutivo y recuerda que no ha mostrado gran coherencia en cuestiones energéticas en el pasado reciente. “¡Antes del discurso de Emmanuel Macron en Belfort, que relanzó la energía nuclear, nuestro objetivo era cerrar catorce reactores! No es posible prescindir de un debate parlamentario que marque el rumbo”, opina.

“El Elíseo decide por sí solo”

Inusualmente, a este punto de vista, que emana de la derecha del espectro político, se suman las ONG ecologistas. “Cinco años después de una ley que él mismo puso en vigor, el gobierno ha decidido que el Parlamento no tiene voz en las principales decisiones energéticas y climáticas de Francia. Es el Elíseo el que decide por sí solo en su propio rincón”, señala Nicolas Nace, responsable de la campaña de transición energética de Greenpeace Francia.

Según la ONG, el incumplimiento de la ley de 2019 debilitará la hoja de ruta energética. Ella podría ser objeto de acciones legales. “Y lo que un gobierno decide por decreto, otro gobierno puede deshacerlo por decreto. O no respetarlo, sin consecuencias”, añade Nicolas Nace.

Este clima de discordia podría afectar la consulta pública que establecerá el CNDP. El Estado “no estará obligado a seguir” las recomendaciones resultantes, explica la Comisión. Es más sencillo así…

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