Lo que iba a ser una aventura se convirtió inmediatamente en una pesadilla. Una mujer suiza de 32 años, que había realizado un viaje de estudios de tres meses a Montreal (Canadá), se llevó una sorpresa muy desagradable al llegar allí el fin de semana de Pascua. El alojamiento que había reservado a través de la plataforma Booking.com, por 4.300 euros, se encontraba en un estado deplorable: el sofá estaba sucio, la cocina sucia y todo el apartamento olía fuertemente a gas. La guinda del pastel fue que las sábanas y las almohadas estaban rodeadas de manchas blanquecinas que la suiza cree que son espermatozoides.
Sin demora, intentó varias veces ponerse en contacto con el propietario y con Booking.com. Nadie le respondió y mucho menos le ofreció una solución. Ocho horas después, cansada de pelear, acabó alquilando una habitación en Airbnb. Si a partir de entonces su estancia tomó un cariz menos desagradable, los suizos no habían llegado al final de sus problemas. Sus intentos de obtener la devolución de los 4.300 euros ya pagados resultaron infructuosos.
Disgustada, literal y figuradamente, pidió ayuda al programa de RTL “Urlaubsretter” (Salvadores de vacaciones). Booking.com le ofreció entonces un reembolso parcial de 2.072 euros, lo que convenció sólo parcialmente a la suiza que, a pesar de todo, se sentía abandonada a su poco envidiable suerte por la plataforma.
Este último asegura que continuará su investigación sobre este asunto, para que una situación así no vuelva a ocurrir. La suiza, por su parte, presentó una denuncia ante los tribunales canadienses contra el propietario del alojamiento.
