Los daños se estimaron en más de un millón de dólares, a los que el equipo intentó responder de la manera más eficiente posible, respetando un presupuesto financiero determinado.
Para reparar el terreno, se instalaron terrazas de concreto en los espacios de las casas rodantes, lo que aumenta las probabilidades de que resistan un nuevo desastre. Los suelos de madera de los edificios más afectados, como el edificio de recepción, fueron sustituidos por baldosas de cerámica. También se realizó un diagnóstico completo de la situación para establecer prioridades para los próximos años. Dominic Bergeron, propietario de la empresa, confirma que, a pesar de todo, las noticias son buenas:
La ayuda financiera “muy apreciada” del gobierno de Quebec viene a ayudar, añade el empresario, aunque “no cubre en absoluto” la factura. Desde las inundaciones, estaríamos hablando de “unos cientos de miles” de dólares reinvertidos.
Sin embargo, como repite constantemente, Dominic Bergeron compró conscientemente el camping el 29 de abril de 2013, situado en una zona inundable. Sin embargo, aún admite estar marcado por los acontecimientos del año pasado, “inauditos”, como tantas veces escuchamos. Con su eterno optimismo espera con ansias las próximas semanas:
