El último baile del satélite Salsa con un reingreso “dirigido” sobre el Pacífico – Mi Blog

El último baile del satélite Salsa con un reingreso “dirigido” sobre el Pacífico – Mi Blog
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Después de 24 años de estudiar el entorno magnético de la Tierra, el satélite Salsa se desintegrará el domingo sobre el Pacífico durante un reingreso “dirigido” a la atmósfera, una primicia para la Agencia Espacial Europea (ESA) que garantiza un final “limpio”.

Salsa es uno de los cuatro satélites de la misión Cluster, que está llegando a su fin. Lanzado en 2000, ha proporcionado información sobre la magnetosfera, el poderoso escudo magnético que protege la Tierra de los vientos solares y sin el cual sería inhabitable.

Una reentrada “dirigida” tiene como objetivo hacer retroceder un satélite a una zona geográfica específica y en un momento determinado, pero sin tener que controlarlo durante su reentrada a la atmósfera.

Por primera vez en el mundo, los operadores de la ESA han estado realizando una serie de maniobras desde enero para garantizar que el reingreso de Salsa se produzca sobre una región remota y escasamente poblada del Pacífico Sur, frente a las costas de Chile.

Esta reentrada dirigida es posible gracias a la órbita excéntrica de Salsa, es decir, una trayectoria ovalada que tarda 2,5 días en dar una vuelta alrededor de nuestro planeta. En su apogeo, se encuentra a 130.000 kilómetros de la Tierra, mientras que en su perigeo se encuentra a tan solo unos cientos de kilómetros.

Particularmente sensible a las fuerzas gravitacionales de la Luna y del Sol, la altitud del satélite en el perigeo puede variar varias decenas de kilómetros de una órbita a otra.

“El reto al que nos enfrentamos para llevar el satélite de vuelta al lugar correcto era asegurarnos de que en las dos últimas órbitas descendiera primero a unos 110 o 120 kilómetros. Después, inmediatamente en la siguiente órbita, descendería a 80 kilómetros, una región del espacio que ya está en la atmósfera y donde tiene más posibilidades de quemarse por completo”, explicó Bruno Sousa, jefe de la Unidad de Operaciones de la Misión al Sistema Solar Interior de la ESA, en una rueda de prensa.

Cuando un satélite vuelve a entrar en la atmósfera terrestre, cuyo límite teórico está a unos 100 km de altitud, la intensa fricción con las partículas atmosféricas y el calor generado hacen que se desintegre. Algunos fragmentos pueden resistirse y alcanzar la superficie terrestre.

– Objetivo “cero escombros” –

Los científicos esperan poder determinar con precisión el lugar de reingreso de Salsa a la atmósfera con un margen de error de unos cientos de metros, para poder enviar un avión a una altitud de 10 km para observar la desintegración del satélite de 550 kg y sus escombros, que deberían representar menos del 10% de su masa.

Los otros tres satélites de la constelación Cluster, previstos para regresar a la Tierra en 2025 y 2026, permitirán nuevas observaciones con diferentes velocidades, ángulos y condiciones de entrada atmosférica.

“A partir de esto, podemos aprender más sobre los tipos de materiales que sobreviven al proceso de combustión, para que en el futuro podamos construir satélites que puedan evaporarse completamente mediante este proceso”, dijo Sousa.

Como el problema de los desechos espaciales ha crecido en las últimas décadas, la ESA lanzó una carta de “residuos cero” en 2023 para las misiones espaciales diseñadas a partir de 2030.

“Los desechos espaciales conllevan dos riesgos principales”, explica Benjamin Bastida-Virgili, ingeniero de sistemas de desechos espaciales de la ESA. “El primero es que, en órbita, un satélite corre el riesgo de colisionar con un trozo de basura espacial, lo que crea una especie de efecto cascada y genera más desechos, poniendo así en peligro otras misiones”.

El segundo se refiere a su reentrada en la atmósfera, ya que cada día caen a la Tierra materiales del espacio: etapas superiores de cohetes, fragmentos de satélites antiguos… “Intentamos diseñar los satélites de forma que se desintegren mejor en la atmósfera, que se quemen completamente al reentrar, que ningún trozo llegue al suelo y que no haya ningún riesgo para la población”, explica.

Sin embargo, esta cifra es ínfima: según la ESA, la probabilidad de que un objeto impacte a una persona en el suelo es inferior a una entre cien mil millones, 65.000 veces menor que la de que le caiga un rayo.

ber/pcl/grd/cbn

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