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Kenia: Emoción e indignación tras la muerte de la atleta ugandesa Rebecca Cheptegei
“Tragedia”, “feminicidio”, “violencia sin sentido”: el mundo del atletismo y las asociaciones de África Oriental condenaron con firmeza el jueves la muerte en Kenia de la maratonista ugandesa Rebecca Cheptegei, quemada viva por un hombre presentado como su pareja. La atleta de 33 años, que había participado en el maratón de los Juegos Olímpicos de París (44º), falleció el jueves a las 05H30 (02H30 GMT). Con su cuerpo quemado “en más del 80%”, “las esperanzas de recuperación eran escasas” y sucumbió a un “fallo orgánico múltiple”, explicó Kimani Mbugua, médico a cargo de la unidad de cuidados intensivos del Hospital Universitario y de Referencia Moi (MTRH) en la ciudad de Eldoret. Había sido hospitalizada el domingo después de que el sospechoso, identificado como Dickson Ndiema Marangach, la rociara con gasolina y le prendiera fuego en su casa cuando regresaba de la iglesia con sus hijos. La corredora de maratón vivía con su hermana y sus dos hijas, de 9 y 11 años, según el diario keniano The Standard, en una casa que había construido en Endebess, una ciudad del oeste de Kenia donde entrenaba, a 25 kilómetros de la frontera con Uganda. Un informe policial describió a la atleta y al sospechoso como “una pareja que tenía disputas familiares constantes”. El padre de Rebecca Cheptegei dijo que el ataque se debió a una disputa por un terreno que su hija había comprado para construir su casa. – “Esto es un feminicidio” – La noticia de su muerte desató inmediatamente una fuerte emoción en Uganda y Kenia. “Esta tragedia es un poderoso recordatorio de que debemos hacer más para combatir la violencia de género en nuestra sociedad, que ha surgido en los círculos deportivos de élite en los últimos años”, dijo el ministro de Deportes de Kenia, Kipchumba Murkomen, en un comunicado. El presidente del Comité Olímpico de Uganda, Donald Rukare, denunció en un mensaje en X “un acto cobarde y sin sentido”, diciendo: “Condenamos firmemente la violencia contra las mujeres”. “Rebecca Cheptegei está muerta. “Pronunciamos tu nombre desde la tierra de los vivos. Descansa en paz. Sí, esto es un feminicidio. Debemos acabar con los feminicidios”, reaccionó también en X Njeri Migwi, cofundadora de la asociación “Usikimye” (“No te quedes callado” en suajili), un refugio para víctimas de violencia sexual y de género. Esta muerte se suma a las de muchas otras mujeres en Kenia, donde la organización Femicide Count Kenya contabilizó 152 feminicidios en 2023, que subraya que “la cifra real es ciertamente mayor” porque no tiene conocimiento de todos los casos en el país. El mundo del atletismo en Kenia se ha visto especialmente afectado por esta violencia en los últimos años. – Agnes Tirop, la detonante – La atleta rumana de origen keniano Joan Chelimo se ha declarado “profundamente molesta e indignada por (este) horrible ataque”, en un mensaje en Instagram. “Esta violencia sin sentido debe parar. “Como deportista y activista contra la violencia de género, mi compromiso de sensibilizar y trabajar por un futuro en el que todo el mundo pueda vivir sin miedo a la violencia sigue siendo inquebrantable”, añade la subcampeona europea de media maratón, cofundadora de la asociación Tirop's Angels, creada en Kenia por deportistas para luchar contra la violencia hacia las mujeres tras la muerte de Agnes Tirop. En octubre de 2021, el asesinato de esta prometedora atleta de 25 años, doble medallista de bronce mundial en los 10.000 m (2017, 2019) y cuarta en los Juegos Olímpicos de Tokio en los 5.000 m, había conmocionado al mundo del atletismo en Kenia, donde este deporte es el rey. La joven fue encontrada muerta a puñaladas en su casa de Iten, un famoso campo de entrenamiento de carreras de larga distancia en las mesetas del Valle del Rift. Su marido, Emmanuel Ibrahim Rotich, está siendo procesado por asesinato. Él niega los cargos. Su juicio está en curso. En abril de 2022, otra atleta bahreiní de origen keniano, Damaris Mutua, fue encontrada muerta en Iten. Se sospecha que su pareja la mató. ho-sva/ole
