Un desagradable incidente causó estragos a bordo de un vuelo que debía conectar Houston (Texas) con Seattle (Washington) el 5 de abril. Un perro defecó en el pasillo de primera clase, provocando conmoción entre los tripulantes. Un pasajero llamado James Hobbs dice en Reddit que el personal pasó dos horas intentando limpiar la alfombra con toallas de papel, sin éxito. “Fue tal horror en los baños de primera clase que incluso después de limpiarlos, permanecieron cerrados durante el resto del vuelo”, dijo James Hobbs a “People”.
El olor era particularmente insoportable, por lo que los asistentes de vuelo proporcionaron a los pasajeros máscaras y toallitas con alcohol para olfatear. James terminó sintiéndose mal. Sin escatimar en detalles, precisa que los excrementos eran “muy líquidos” y que estaban en distintos lugares de la cabina, incluso en el zapato del pasajero sentado a su lado. United Airlines confirmó el incidente. El avión tuvo que aterrizar en Dallas (Texas), donde permaneció inmovilizado hasta que fue erradicada la sustancia maloliente.
James Hobbs también dice que las bandejas de comida “se estropearon” durante el descanso forzado en Dallas, y que las azafatas tuvieron que “rogar” al personal de tierra por bocadillos y bebidas adicionales. “La tripulación merece abrazos. Lo manejó bien”, añade el pasajero. “La situación era difícil para los pasajeros, el perro y su pobre dueño”, concluye. Según las regulaciones de United Airlines, los perros y gatos deben viajar en una jaula que quepa debajo del asiento. Solo se permiten animales de servicio en la cabina sin jaula de transporte.
