REPORTAJE – En sus seis últimos conciertos en París antes de retirarse, la cantante recorre el hilo de su vida sobre el escenario. Un espectáculo final rítmico y completo.
Este viernes, durante el primero de los últimos seis partidos de Sylvie Vartan, la gran noche tuvo lugar en el Palacio de Deportes de París. Cientos y cientos de mayores de la misma edad de su ídolo se fotografiaron delante de los carteles. Por una vez hay tantos hombres como mujeres. Algunos señores blanden sus teléfonos móviles con Sylvie al fondo. Pueden pasar los años, pero las mujeres, incluso en los ochenta, siguen siendo como Vartan: siempre rubias y con el pelo largo. A la entrada de la sala, sorpresa, no hay productos derivados para comprar como recuerdo de esta velada tan especial. Sólo un enorme portafolio de fotografías por 35 euros.
En la orquesta, ante un grupo de aficionados que se han ofrecido dos filas a 166 euros la silla, el embajador búlgaro se codea con Valérie-Anne Giscard d’Estaing. Jean-Louis Azoulay está sentado junto a Darina, la hija de Sylvie Vartan y Tony Scotti. Benoît Cachin autor de Mi vida de etapa en etapa.
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