Visto en Cannes
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Seleccionado en Cannes, el primer largometraje de Agathe Riedinger ofrece una mirada psicologizante a una aspirante a estrella, hasta el punto de caer en el moralismo.
Lanzado en paracaídas a la competencia en Cannes entre gigantes de gran presupuesto y grandes firmas, el primer largometraje de la directora francesa Agathe Riedinger, diamante en bruto, habrá acariciado sueños de grandeza dignos de los de su heroína. Liane, 19 años y «30k» suscriptores en su cuenta de Instagram recopilando tendencias actuales, cree que no tiene la vida que merece. Esperando convertirse “la Kim Kardashian francesa”, está a punto de pasar por un casting para un exitoso reality show –el acertadamente llamado “Miracle Island”, filmado en Florida– que podría finalmente alejarla de su hogar disfuncional en el sur de Francia y de su vida cotidiana de pequeños hurtos.
La fantasía de Miami se cierne sobre los páramos de Fréjus: este duro contraste anuncia rápidamente qué surco se está cavando diamante en bruto, cuya puesta en escena equilibra el verismo de una cámara en mano al estilo Dardenne y los esperados apartes poéticos (flores al sol en el viento, ballet de pájaros en el cielo azul). Añadamos estos violines atroces que, en tantos dramas franceses, caen sin falta para revelar la miseria del mundo, y aquí completan la panoplia de un retrato trágico muy académico.
Liane constituye el prototipo de un personaje “más grande que la vida” atrapado en una rutina decrépita, que Riedinger pretende erigir como emblema de una
France