Es la joya del Festival Internacional de Cine y Libros de Aventuras. El destino de Maya Gabeira se revela en una película impresionante. Podrá verse gratis en París, en la UNESCO, el lunes 18 de noviembre, con la directora Stephanie Johnes y la deportista.
Por Jérémie Couston
Publicado el 15 de noviembre de 2024 a las 13:14 horas.
FAunque pudimos llegar a La Rochelle este otoño, fue por poder y en nuestro pequeño ordenador que nos atiborramos, sin quejarnos, de una decena de enlaces cuidadosamente seleccionados por el equipo del Festival Internacional de Cine y del libro de aventuras (FIFAV). , querido por nuestro corazón vagabundo cinéfilo, y cuya 21ª edición finaliza el domingo 17 de noviembre. Entre todos estos documentales generalmente bien realizados, en disciplinas tan variadas como la bicicleta de montaña, el apnea en hielo, la escalada, el parapente, el kayak o el montañismo, una película parecía destacarse del resto, yendo más allá del simple registro de la aventura o la hazaña, contar una historia íntima, familiar y social, o incluso, seamos claros, un destino. Esta película de surf, pero no sólo –todo su interés reside en el “no sólo”- es Maya y la ola.
Hemos visto muchos retratos de aventureros. Pero ¿cuántos son tan conmovedores, tan vibrantes y tan honestos? Una década de rodaje y múltiples giros de producción hicieron posible este pequeño milagro. La amistad a largo plazo y la confianza inquebrantable que se forjaron entre la surfista brasileña Maya Gabeira y la documentalista Stephanie Johnes permitieron a esta última tener acceso a momentos de intimidad censurados en el lugar común de los documentales deportivos.
Caída prohibida
El título vago y singular es, por supuesto, polisémico. No son sólo monstruos de veinte metros los que Maya aprende a domesticar, porque sí, Maya no es una surfista como los demás. Practica surf “grande”, como decimos en la jerga, una disciplina terrorífica y de gran riesgo ya que las caídas muchas veces están prohibidas y en ocasiones son mortales. Cuando la ola gigante cae sobre la hormiga en traje de neopreno que se atrevió a desafiarla, la fuerza del impacto y los largos minutos que pasa bajo el agua dejan pocas esperanzas de salir sin secuelas físicas o psicológicas. La propia Maya Gabeira estuvo a punto de ahogarse en Nazaré, Portugal, sin duda el lugar más legendario de olas grandes, donde desde entonces ha fijado su residencia.
La ola más traicionera y dolorosa, sin embargo, tiene otro nombre. Debajo de su barniz fresco y bronceado, el mundo del surf sufre los mismos males que la sociedad en general y otros deportes en particular. A los ojos de sus compañeros, Maya tiene un gran defecto: es una mujer, y además sublime. Lo cual es mucho para los apolos que están acostumbrados a medirse el tamaño de sus ondas entre ellos. Que una rubia brasileña les supere y sea la primera en surfear una ola de 20,8 metros (en 2018) todavía sucede. Pero si se atreve a exigir que su hazaña quede debidamente registrada en el Libro de los Récords, es su virilidad la que se ataca.
Mala suerte para los falócratas, Maya es una guerrera y seria. La vemos escapar de ahogarse, como hemos dicho, recuperarse de una serie de cirugías de columna, volver a subirse a su tabla, repleta de pastillas, para intentar cumplir su sueño y batir récords, uno tras otro. Esta fuerza, este equilibrio, la saca, entre otros, de su familia, que la apoya, la guía, la ama, a pesar de todo. Todos los deportes individuales son deportes de equipo. El surf no es una excepción. Nadie llega a lo más alto sin un entrenador, un padre, una madre. Maya ciertamente heredó la terquedad y el sentido de la justicia de su padre, Fernando Gabeira, uno de los fundadores del Partido Verde de Brasil. En su juventud, este marxista revolucionario, opuesto a la dictadura (1964-1985), participó en el secuestro del embajador estadounidense en 1969, cuyos detalles contó en un libro, adaptado al cine en 1997 en una película de la que se nos muestran algunas imágenes (Cuatro días en septiembre, por Bruno Barreto). Como madera, como ramita.
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La carrera de obstáculos de Maya contra los elementos y el patriarcado nos recordó a la de la kayakista Nouria Newman, otra sirena de neopreno, descubierta en el festival de cine y libros de aventuras de La Rochelle en 2022. Su nueva película, Teoría del gran agua, se presentó este año en FIFAV y también merece la pena echarle un vistazo. Pero es bueno meterse en la boca agua blanca o salada con películas que nadie puede ver.
Abracadabra : Maya y la Ola se proyectará en la UNESCO, en París, este lunes 18 de noviembre a las 18 horas, en presencia de Maya Gabeira y Stephanie Johnes. La proyección es gratuita, previa inscripción online hasta el viernes 15 de noviembre a las 24 horas. Pero los que lleguen tarde también podrán presentarse el gran día, aseguró el director.