Películas 13
En “Finalmente” de Claude Lelouch, Kad Merad se aventura por toda Francia, trompeta en mano.
CINE – “La vida no tiene más sentido que dirección” asegura Michel (Michel Boujenah), el mejor amigo de Lino (Kad Merad), en un alegato imaginario de Eventualmente, que llega a cines este miércoles 13 de octubre. Desafortunadamente, el sacrificio del significado por una absurda road movie musical no impide que la última película de Claude Lelouch dé vueltas en círculos.
El director, de 87 años, nos adentra in medias res en la historia de Lino, un autoestopista que, tras arrojar su teléfono al río, cuenta extrañas historias a los conductores que se dignan hacerle sitio en sus coches. Se presenta alternativamente como un prestamista libre convertido en adicto al sexo y sospechoso de violación, un director porno prófugo o un profesor de filosofía acusado de asesinato.
En una representación muy arcaica, en el mejor de los casos torpe, del absurdo, las situaciones son suficientes para hacer rechinar los dientes y todas tienen un vínculo con la violencia sexual. El sentimiento de inquietud se disipa un poco cuando nos enteramos de que el personaje de Kad Merad es un prestigioso abogado parisino que traslada a la realidad la historia de sus clientes.
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Lino sufre de degeneración frontotemporal, también llamada “la locura de los sentimientos” por su hija, interpretada por Barbara Pravi. Decidió emprender un viaje por Francia sin avisar a nadie, ni a su hija ni a su mujer, la estrella de cine Léa Massaro (Elsa Zylberstein) con quien vive una pareja sin pasiones.
Un Tour de Francia musical incomprensible
Lino se aventura por los cuatro rincones de Francia, desde el Mont Saint-Michel hasta el Puente de Aviñón pasando por el circuito de 24 horas de Le Mans, llegando incluso a encontrarse por casualidad con el trompetista Ibrahim Maalouf, compositor de la banda sonora. Pero no sabemos realmente qué busca este tenor del bar, como tampoco lo que Claude Lelouch intenta mostrarnos.
Las etapas del viaje se suceden sin vínculos, una sucesión de encuentros con una galería de personajes secundarios: François Morel como criador normando, Clémentine Célarié como comerciante de segunda mano de Béziers y Lionel Abelanski como psicólogo de caza. Sólo la campesina Manon (Françoise Gillard) consigue incidir en la vida del viajero, que entre dos melodías de trompeta acaba perdiendo completamente la cabeza. Hasta el punto de encontrarse con Jesús y sus apóstoles, luego con Dios mismo.
El número de trompeta perdido interpretado por Kad Merad no escapa a las notas equivocadas en “Finally”.
Comienza entonces un nuevo vía crucis, esta vez en sus recuerdos familiares. A Elsa Zylberstein se le permiten algunas líneas y a Michel Boujenah un puñado de chistes. Boazh Lelouch (nieto de Claude) se contenta con ser el hijo que quiere trabajar en el cine y Barbara Pravi la hija que quiere ser cantante. Como un recordatorio más de que lo absurdo de la película se funde con la realidad.
Una puesta en abismo constante
Eventualmente abusa de esta mecánica del absurdo, jugando constantemente con la autorreferenciación. Y si “Lo peor nunca decepciona” Según Lino Massaro, el director no dudó en multiplicar los homenajes a lo mejor de su filmografía. El personaje principal lleva el nombre del de Lino Ventura en La aventura es aventura. (1972) de Claude Lelouch. El juego del tonto continúa cuando el actor franco-italiano se presenta como el padre del abogado, fruto de una unión con Françoise (Fabian), su compañera de juegos en Feliz año nuevo (1973) del cual se utilizan imágenes de archivo.
El director sigue tocando esta cuerda cuando hace cantar a la gente. “La aventura siempre será aventura” a Barbara Pravi o cuando Kad Merad dice que hizo “El uno dentro del otro” con referencia a Entre sí (1981).
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Una puesta en abismo que continúa en el sentido de que la mayoría de los personajes – excepto el matrimonio Massaro – conservan los nombres de pila de sus actores: Michel (Boujenah), Sandrine (Bonnaire), Barbara (Pravi), Françoise (Fabian), etc.
En el último acto de su largometraje número 51, Claude Lelouch hace decir a Lino “Al final, es mejor tener problemas que aburrirse”. Después de verlo, vemos que podemos hacer ambas cosas muy bien.
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