“The Substance” es una producción franco-británica y norteamericana. Está dirigida (haciendo pasar el sur de Francia por la región de Los Ángeles) por la francesa Coralie Fargeat, cuyo trabajo anterior, “Revenge”, ya era una película de puro género. Cannes 2024 le otorgó su premio al guión. Su reparto (Demi Moore y Dennis Quaid), su lenguaje e incluso su estilo podrían hacerla pasar por una película norteamericana. Nosotros también nos dejamos engañar.
Elisabeth Sparkle (Demi Moore) es la presentadora, al igual que Jane Fonda, de un exitoso espectáculo de aeróbic. Luce un cuerpo perfectamente conservado. Pero, considera su insoportablemente hipócrita y libidinoso productor Harvey (Dennis Quaid), tiene la gran culpa de haber cumplido cincuenta años, la fecha de caducidad a sus ojos y a los de los accionistas. Por tanto, se agradece a Elisabeth. Enclaustrada en su enorme y lujoso apartamento, la actriz caída se topa con un misterioso anuncio que le ofrece inyectarse “la sustancia”. Ella decide intentarlo. Omita el siguiente párrafo si desea ahorrarse información adicional.
El producto provoca un parto espinal retorcido: de un desgarro a lo largo de la columna emerge una versión de ella misma 30 años más joven (Margaret Qualley). Este cuerpo perfecto elegirá el nombre Sue. Las instrucciones del producto son claras, hay reglas que deben respetarse absolutamente: mientras un cuerpo vive su vida, el otro está inconsciente, debe ser alimentado mediante inyección. Después de siete días, como máximo, debería haber una reversión. Para que el cuerpo original esté activo, para que el clon entre en estasis. Si se excede el plazo, es de temer que se produzcan daños irreversibles. ¿Qué podría salir mal?
“The Substance” es claramente “horror corporal”, un subgénero del cine de terror. Además de su desnudez expuesta, los cuerpos son particularmente maltratados. Las personas para quienes un primer plano de una jeringa en una vena ya es un suplicio lo disfrutarán. Coralie Fargeat explota el concepto sin rodeos. No se nos ahorra nada.
Muy estilizada y, a veces, incluso amanerada, la película tiene la elegancia de parecer elaborada. El hecho de seguir a una Demi Moore que nunca hubiésemos pensado ver en este tipo de producciones es sin duda un plus sorprendente. Incluso podemos revolcarnos en el pequeño juego de referencias: que esta escena es Cronenberg, que ésta es Kubrick y que este final es puro Brian de Palma. Hay innegablemente homenajes y préstamos, pero también y sobre todo música de conjunto personal y única. La película asume su exceso y cruda causticidad hasta el final. Este último puede incluso sufrir estallidos de risa salvadora (pero, afortunadamente, no burlona).
Por eso la visión de “La Sustancia” es sin duda más efectiva y más liberadora en una sala comprometida con la causa. Inyectado solo, el tratamiento corre el riesgo de parecer doloroso.