[CINÉMA] Emilia Pérez, de Jacques Audiard: intrigante, ideológica e ingenua

[CINÉMA] Emilia Pérez, de Jacques Audiard: intrigante, ideológica e ingenua
[CINÉMA]
      Emilia
      Pérez,
      de
      Jacques
      Audiard:
      intrigante,
      ideológica
      e
      ingenua
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Es triste notar que, a diferencia de su difunto padre, el gran Michel Audiard, el cineasta Jacques Audiard se niega a desviarse de la moral oficial y busca complacer a su época en cada oportunidad. Es su búsqueda personal, su obsesión. Como lo demuestra Las Olimpiadasuna película altamente sensacionalista, estrenada en 2021, en la que el director de 69 años celebró con entusiasmo goloso el hedonismo libertino y la vida sexual de la juventud parisina más perdida.

Pero a Audiard no le falta talento, como lo demostró con sus primeras películas: Mira a los hombres caer, En mis labios, Mi corazón dejó de latiro incluso los muy ambiguos un profeta. Por eso, a pesar de todo, teníamos curiosidad por ver su nuevo largometraje, Emilia PerezPremio del Jurado en Cannes en este año 2024.

La película cuenta la historia de una joven abogada, Rita (Zoe Saldana), a quien un poderoso líder de un cártel mexicano, Manitas (Carlos Gascón), se acerca para “transicionar” y convertirse en mujer. Para ayudarlo en su proyecto, Rita acepta en secreto acercarse a clínicas especializadas en todo el mundo y encubrir su falsa muerte a sus seres queridos. Cuatro años después, Manitas, bajo el nombre de Emilia Pérez, decide volver a contactar a la abogada para que lo ayude a encontrar a sus hijos, a quienes extraña. El ex delincuente planea reencontrarse con ellos haciéndose pasar por primo de su difunto padre. Una iniciativa que bien podría traerle algunas complicaciones y meterlo en problemas.

La moraleja de la historia

Moraleja de la historia: sí al cambio de sexo, pero nunca mires el espejo retrovisor…
Como muchos otros cineastas antes que él –François Ozon me viene a la mente– Jacques Audiard nos ofrece su película “queer” y, a su vez, nos propone un alegato al subjetivismo más absoluto: en el fondo, soy lo que creo ser o lo que quisiera ser. Un razonamiento existencialista, problemático en la sociedad a la hora de definir cosas o seres, mientras que hasta ahora la ciencia y la biología servían de criterios objetivos para poner de acuerdo a todo el mundo. Este subjetivismo frenético de los transexuales, según muchos especialistas, refleja muy a menudo un trastorno de la personalidad, un autodesprecio llevado al extremo; lo que arroja luz sobre las alarmantes estadísticas que les conciernen (el 40% de las personas trans ha intentado suicidarse al menos una vez en su vida).

De este modo, Audiard, sin darse cuenta, fomenta el odio hacia sí mismo en personas que sufren y se sienten incómodas consigo mismas, y da crédito a la idea ingenua de que la cirugía y el travestismo son suficientes para cambiar de sexo. En el fondo, lo femenino es sólo una cuestión de consideración personal subjetiva y estética: las mujeres apreciarán…

Trans y caritativo, por supuesto

Además, este quimérico cambio de sexo parece completar, por arte de magia, un cambio de mentalidad en Manitas/Emilia Pérez, quien, no contenta con verse de repente exonerada de todos sus crímenes pasados ​​por un escenario complaciente, lanza una ONG para defender a las víctimas del tráfico de drogas (¡no se podría encontrar una mejor ilustración de la ideología progresista de la página en blanco y de la reescritura de uno mismo!). Observamos de paso que Manitas quiere cambiar de sexo pero que, habiéndose convertido en “mujer”, vuelve espontáneamente a sus reflejos masculinos (amor a una mujer y uso de la violencia para resolver los conflictos…).

De manera torpe, Audiard intenta hacernos digerir esta colección de clichés sobre México (donde ni siquiera se molestó en filmar) y sobre la transidentidad (que promueve nada menos que la mentira a uno mismo) a través de la forma: un musical con canciones fallidas, a menudo inapropiadas y mal interpretadas. También se puede cuestionar la pertinencia de hacer un musical glamoroso sobre un entorno criminal que, desde 2006, ya se ha cobrado 450.000 víctimas –o cuando el mal gusto se convierte en falta moral…

Emilia Pérez es sin duda una película intrigante, virtuosa en la puesta en escena y en las elecciones visuales, pero de una ingenuidad desconcertante. Sus elogiosas críticas sólo pueden deberse al compromiso ideológico de sus autores.

1 estrella de 5

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