[Cinéma] Black Flies, inmersos en el día a día de los paramédicos neoyorquinos

[Cinéma] Black Flies, inmersos en el día a día de los paramédicos neoyorquinos
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Hay películas que aquellos que sean demasiado sensibles deberían abstenerse de ver. Presentado el año pasado en el Festival de Cine de Cannes, Moscas negras (ciudad de asfalto por su título original) es, sin duda, uno de ellos.

Dirigida por Jean-Stéphane Sauvaire, cineasta francés que vive en Brooklyn desde 2009, la película adapta libremente la novela homónima de Shannon Burke en la que el autor comparte su experiencia pasada como paramédico en Nueva York en los años 80.

Trasladada a nuestro tiempo por conveniencia, la historia sigue a un joven estudiante de medicina, Ollie Cross (no te lo puedes inventar), reclutado como paramédico de emergencia junto a Rutkovsky, un veterano endurecido por el horror de la vida cotidiana. profundamente marcado por el recuerdo del 11 de septiembre de 2001. Idealista, un poco ingenuo, Ollie (interpretado en pantalla por el excelente Tye Sheridan, descubierto en Lodo) tendrá que sumergirse en este nuevo entorno y aguantar seriamente si realmente quiere seguir este camino.

Con una cámara al hombro, el cineasta nos lleva de un extremo a otro de Nueva York y conecta escenarios que van desde ataques con armas de fuego hasta mordeduras de animales, pasando por enfermedades de todo tipo y violencia entre empleadas domésticas y nacimientos inesperados (!). Una tarea tanto más difícil para nuestros conductores de ambulancias cuanto que a menudo son recibidos con hostilidad por las poblaciones a las que acuden a rescatar. Prueba de ello es esta pesada secuencia en la que una mujer delirante se pasa todo el viaje en ambulancia insultando agonizantemente al personaje principal. Sin duda, la perspectiva de tener que pagar precios exorbitantes por la atención médica no ayuda a calmar las relaciones con el personal médico…

Excesivamente oscura, sin embargo, la película de Jean-Stéphane Sauvaire tiende demasiado a regodearse en esta pintura apocalíptica y desesperada de las noches neoyorquinas. Evocando a su vez a Martin Scorsese con En tumba abierta (sobre el mismo tema) y Abel Ferrara con Coronel malo (por el misticismo con el que imbuye la misión de sus personajes), el director también recurre a la imaginación periodística del reportaje inmersivo y del reality show americano más basura. Un enfoque sensacionalista que, por falta de modestia, nos impide apoyar plenamente a la empresa.

Además, si el director nos muestra juiciosamente que el más mínimo error de juicio puede atribuirse a los paramédicos, la consecuencia dramática que extrae al final de la historia nos parece excesiva y complaciente.

Sin embargo, Moscas negras ofrece un cautivador panorama de esta profesión ingrata y poco conocida, a la que el cine ha prestado poca atención hasta ahora.

3 estrellas de 5

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