Mientras incendios devastadores arrasan Los Ángeles y movilizan a miles de bomberos, surge una pregunta: ¿quiénes son estos hombres y mujeres que luchan contra las llamas?
Detrás de los uniformes del “LAFD” (Departamento de Bomberos de Los Ángeles, los bomberos de la ciudad), encontramos una diversidad cuanto menos inesperada: desde reclusos “voluntarios” hasta bomberos privados reclutados por los más ricos. Te lo explicamos.
Presos “voluntarios”, trabajadores esenciales de bajo coste
Casi 800 reclusos participan actualmente en la extinción de incendios a través del programa de campamentos de conservación del Departamento Correccional y Rehabilitación de California (CDCR). Estos hombres y mujeres encarcelados, que se ofrecen como voluntarios para este programa, trabajan junto con equipos de Cal Fire, el Departamento de Protección contra Incendios de California.
Estos reclusos, a menudo considerados una fuerza indispensable en tiempos de crisis, reciben un salario de entre 5,80 y 10,24 dólares por día, con una bonificación de 1 dólar por hora en caso de emergencia. Si bien algunos ven este programa como una oportunidad, también suscita críticas y algunos lo describen como “trabajo forzoso moderno”: los bajos salarios y los riesgos que implica son las principales razones. A cambio, pueden reducir su condena y adquirir habilidades que, bajo ciertas condiciones, les permitirán convertirse en bomberos después de su liberación. Sin embargo, para muchos detenidos, estos campos ofrecen una alternativa preferible a las condiciones carcelarias normales.
Bomberos privados: una “solución” para los más ricos
En barrios ricos de Los Ángeles, como Malibú o Pacific Palisades, está surgiendo otra realidad: la de los bomberos privados. Estos equipos, contratados por propietarios adinerados, despliegan camiones, productos químicos retardantes e incluso suministros de agua para proteger propiedades invaluables, a menudo comparables a los museos debido a sus colecciones de arte.
Estas prácticas, cuya eficacia aún está por demostrar, aún suscitan un debate moral. Para los defensores de estos servicios, se trata de una cuestión pragmática: proteger inversiones importantes, ya sean residencias o colecciones de arte. Otros señalan que estos bomberos privados alivian indirectamente la presión sobre los recursos públicos y permiten una mejor distribución de los esfuerzos. Mientras miles de residentes “comunes” luchan por salvar sus hogares, la capacidad de los más ricos de “comprar” protección genera indignación. Y algunos, como el empresario Keith Wasserman, no dudan en ofrecer sumas astronómicas para contratar estos equipos privados. Protesta pública. Este rico inversor inmobiliario que hace unos meses se jactaba de no pagar impuestos ha desactivado desde entonces su cuenta X (antes Twitter).
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Los militares: una movilización a gran escala
Ante la magnitud del desastre, el ejército también se moviliza. Según el Pentágono, más de 600 miembros de la Guardia Nacional de California están desplegados para ayudar a combatir los incendios. Estas unidades incluyen 14 equipos especializados en reducción de combustible, 200 policías militares para operaciones de seguridad y 10 helicópteros para misiones de extinción de incendios y búsqueda y rescate. Los marines también están a la espera para las operaciones de limpieza y distribución de suministros, y también se han desplegado ocho aviones C-130 equipados con sistemas aéreos de extinción de incendios.
Preséntame a tu bombero, te diré quién eres
Entre equipos públicos, reclusos contratados y agentes privados, la lucha contra los incendios en Los Ángeles refleja las desigualdades y paradojas de la sociedad californiana.
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Sin embargo, detrás de cada uniforme -independientemente de su origen- hay una vida puesta en peligro para proteger la vida de los demás.