No todo el mundo tuvo la oportunidad de comer lengua de ternera o bolas de masa en la cantina. Nosotros sí, prueba de que no todo era necesariamente mejor antes. En Bressuire (Deux-Sèvres), no contentos con que les ofrezcan comidas equilibradas y 80% caseras –risotto de salmón ahumado, ternera bourguignon, clafoutis españoles, crumble de tomate en el menú de esta primera semana después de las vacaciones de Navidad–, los estudiantes del Genevoix -El complejo escolar Signoret-Vinci se beneficia, además, de las travesuras de Guillaume Delsaux, alias Guillaume el cantinero.
Este chef de 44 años se ha convertido en cuatro años en un peso pesado de las redes sociales, con sus 1,2 millones de suscriptores y sus cientos de vídeos que cuentan, desde dentro, la vida de una escuela de autoservicio en una ciudad de provincia. . “Cantinier no es una profesión estúpida”, este podría ser su lema, como se comprende al leer el libro que está a punto de publicar. Secretos de cantina (Hachette, 240 páginas, 19,95 euros, digital 15 euros). “Mi objetivo es mejorar la imagen de una profesión poco conocida y poco valorada, y demostrar que en un comedor se puede comer bien, contrariamente a la creencia popular”explica esa tarde, después de su turno.
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