Un año después de su primer encuentro con RTL Info, Steve, un solicitante de asilo perfectamente integrado en Bélgica, sigue esperando un estatuto definitivo. Trabajador comprometido y apreciado, vive con el temor constante de una orden de salida del territorio.
Con “El derecho de participación” nos reunimos con quienes fueron noticia para saber si su situación ha cambiado o no. Hace un año, un equipo de RTL conoció a Steve, un empleado de una tienda. Nos explicó su miedo a ser expulsado, aunque estaba perfectamente integrado.
Desde nuestro último encuentro, Steve sigue viviendo bajo el régimen de la tarjeta naranja, un documento provisional que le permite permanecer en Bélgica mientras espera una decisión sobre su solicitud de asilo. Pero esta tarjeta, válida por un período limitado, caduca el 29 de enero, lo que sume al joven en una gran incertidumbre.
“Sé muy bien que de un momento a otro me lo pueden quitar. Sigue siendo difícil en la medida en que queremos construirnos, queremos evolucionar, queremos pensar en el mañana”.confiesa.
Claramente corro el riesgo de que me maten.
Steve, activista político, no puede regresar a Camerún, donde corre grandes riesgos. “Ser encarcelado es lo más amable que puede afrontar un opositor político como yo al regresar a Camerún. Claramente corro el riesgo de que me maten”.explica.
Un viaje ejemplar
A pesar de esta incertidumbre, Steve continúa construyendo su vida en Bélgica. Después de estudiar electromecánica, se dedicó a la distribución masiva, donde ha trabajado durante casi cinco años. Con contrato indefinido en Colruyt desde marzo de 2020, es un modelo de integración, además de su compromiso asociativo y deportivo.
“Respeto todo, pago mis impuestos, mi alquiler, mis cotizaciones a la seguridad social, no veo qué más se necesita para ser considerado ciudadano belga”.declara con frustración.
Ocupa su lugar como ciudadano belga
Su colega Olivier da testimonio de su implicación: “Está bien integrado. Es una persona voluntaria que hace correctamente su trabajo. Ocupa aquí su lugar como ciudadano belga”.
Una espera larga y estresante
Steve no es un caso aislado. Según Matthieu Lys, abogado especializado en derechos de los extranjeros, esta situación es común entre los solicitantes de asilo en Bélgica. La tarjeta naranja se renueva por periodos de 3 a 8 meses, prolongando la espera y el estrés de miles de personas.
“Hay muchos problemas. Lo que también veo es un aumento en el deseo del mundo económico de mantener a los trabajadores capacitados en Bélgica, especialmente en profesiones en escasez”.precisa.
En 2024, se presentaron más de 36.000 solicitudes de asilo en Bélgica, de las cuales más de 5.000 siguen pendientes, sin incluir los retrasos. Una situación que aumenta la carga administrativa y deja a muchos trabajadores en una situación precaria.
Un sistema desconectado de la realidad
Anne Dussart, jefa del departamento de “asilo y migración” de Caritas, destaca las contradicciones del sistema: “Cuando una persona trabaja, cuando está integrada, cuando habla nuestro idioma, cuando cotiza, es muy difícil hacerle entender que la estancia no está ligada al trabajo”.
Un año después de nuestro primer informe, la situación de Steve apenas ha cambiado. Su único deseo: obtener el estatus definitivo para seguir viviendo, trabajando y contribuyendo a la sociedad belga con total tranquilidad.
Mientras tanto, el hombre continúa su camino, dividido entre la esperanza y el miedo constante de que todo cambie de la noche a la mañana.
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