Cada año, con motivo de Navidad y Año Nuevo, el rey Felipe pronuncia un discurso dirigido a todos los belgas. Este año, nuestro soberano tiene un pensamiento especial para los niños víctimas de la guerra.
A medida que 2024 llega a su fin, el rey dirige su discurso de fin de año a los belgas. Nuestro soberano presta especial atención a todos los niños que sufren”.en un mundo donde los sueños se hacen añicos antes de que puedan nacer“.
Muy conmovido por una carta que recibió de unos alumnos de secundaria de la escuela Santa María de Lovaina, el Rey afirmó:profundamente conmovido” por su consternación. Estos estudiantes, aunque se encuentran en una situación relativamente estable, están preocupados por el bienestar de otros niños en el mundo, víctimas de la guerra. La que hace estragos en Ucrania o la que afecta al Cercano Oriente”.El enfoque de estos estudiantes es a la vez abrumador y esperanzador. Se ponen en el lugar de otros niños que viven lejos de ellos.“, observa con admiración el rey Felipe.
El soberano lanza entonces un llamamiento: “No nos quedemos dormidos ante tantas violaciones del derecho internacional“, insiste, aunque admite que sería difícil lograr un mundo sin sufrimiento”.Esto no debería impedirnos seguir trabajando en ello.“Quiere que todos contribuyan a un mundo más equitativo, para ayudar a los jóvenes a mirar el futuro con confianza.
Para ello, a las generaciones actuales y futuras les esperan muchos desafíos. Los trastornos geopolíticos, el cambio climático, una economía frágil, la revolución tecnológica…”Pero depende de nosotros escribir nuestro futuro juntos, centrándonos en lo que nos une y lo que hace fuerte a nuestro país”, afirma el Rey de los Belgas.
Aquí tenéis el discurso íntegro de Su Majestad el Rey con motivo de Navidad y Año Nuevo:
Hace unas semanas, unos alumnos de primero de secundaria del colegio Sancta Maria de Lovaina me enviaron una carta acompañada de un vídeo conmovedor.
Ante las imágenes de niños víctimas de la violencia de guerra cada día, expresan su incomprensión ante estas tragedias.
Su mensaje contiene preguntas profundas. Algunas están dirigidas directamente a mí, como Rey y como padre.
El enfoque de estos estudiantes es a la vez abrumador y esperanzador. Se ponen en el lugar de otros niños, que viven lejos de ellos, en un mundo donde los sueños se hacen añicos antes de que puedan nacer.
Sus preguntas me conmueven profundamente. Entiendo su consternación, su sentimiento de impotencia.
¿Qué podemos, qué debemos, los adultos, decirles?
Su llamado nos sitúa ante nuestras responsabilidades. Su empatía debe despertar nuestras conciencias, a veces dormidas. No permanezcamos indiferentes ante tantas violaciones del derecho internacional.
Estos jóvenes nos piden que les demos motivos para tener esperanza.
Estas razones para la esperanza existen. Siempre. La esperanza no es esperar pasivamente un futuro mejor. Es un compromiso de construir, de avanzar juntos hacia un mundo más justo, más respetuoso, donde cada niño sea acogido como la más preciosa de las promesas.
Un mundo sin guerras ni sufrimiento es, por supuesto, ilusorio. Pero esto no debería impedirnos seguir trabajando en ello.
Para los jefes de Estado y autoridades políticas, esto implica un compromiso constante para salvaguardar un orden mundial basado en el derecho internacional, a favor de la paz y para la protección de todos, comenzando por los más vulnerables, los niños.
Cada uno de nosotros está llamado a contribuir a un mundo más equitativo, donde no haya dominación del más fuerte, sino respeto a los derechos y la dignidad de cada persona.
Ayudemos a los jóvenes a mirar el futuro con confianza. Los desafíos de nuestro tiempo (agitación geopolítica, cambio climático, una economía frágil, la revolución tecnológica) pueden parecer abrumadores. Pero depende de nosotros escribir nuestro futuro juntos, centrándonos en lo que nos une y lo que hace fuerte a nuestro país.
Muchos actores de la sociedad civil nos están dando ejemplo. Trabajando incansablemente por el diálogo entre comunidades, la cohesión social, la salud, la educación y la justicia.
Al final de este año, la Reina y yo queremos agradecerles y animarles a seguir por este camino.
Damas y caballeros,
El próximo año debería por fin ver a todos nuestros gobiernos trabajando. Contamos con ellos para que nuestro país, sus instituciones, empresas y ciudadanos puedan mirar al futuro con confianza.
Que este período de Navidad y Año Nuevo sea fuente de inspiración, renovación y esperanza para cada uno de nosotros.
Con la Reina y toda nuestra familia os deseo una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo.
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