Jérémie Bréaud (Les Républicains), alcalde de Bron, ciudad de la metrópolis de Lyon, apoyó recientemente el evento Festiculture organizado por una asociación comunitaria turca. Un evento “festivo” apoyado e influenciado por el Partido “Igualdad y Justicia”, organización cercana al partido del presidente Recep Tayyip Erdogan. Esta iniciativa no ha pasado desapercibida, en particular a causa de la recaudación de fondos organizada por este movimiento organizativo en la mezquita de Estrasburgo, conocida por contar con el apoyo del movimiento islamista Milli Görüs, y de las acusaciones recurrentes de adoctrinamiento de los jóvenes en una lógica ultranacionalista, incluso militarista. .
Este episodio se hace eco de otra polémica que se produjo unos meses antes en Épinay-sur-Seine, donde el alcalde Hervé Chevreau inauguró una estatua de Mustafa Kémal Atatürk, el fundador de la Turquía moderna. Si este gesto pudo percibirse como un homenaje a un líder laico histórico, también planteó interrogantes sobre la creciente influencia de las representaciones nacionalistas turcas en el espacio público francés, siendo identificado Kemal como el gran masacre de griegos y kurdos, y quien lo hizo. completó el genocidio armenio e inventó su negacionismo.
Estas iniciativas, aunque distintas, plantean una pregunta común: ¿qué significa la participación de ciertos funcionarios electos franceses en resaltar símbolos o acciones vinculadas al nacionalismo turco?
Desde hace varios años, el gobierno turco, bajo los auspicios de Recep Tayyip Erdogan, ha reforzado su influencia dentro de la diáspora turca en Europa. A través de asociaciones, financiación o campañas políticas, Ankara busca mantener un fuerte vínculo con sus nacionales y defender sus intereses estratégicos en el exterior. Este poder blando va acompañado de una estrategia de movilización comunitaria, que a veces encuentra relevos inesperados entre los funcionarios electos franceses, a menudo impulsados por consideraciones electorales locales.
Sin embargo, esta colaboración plantea cuestiones importantes. En el caso de Milli Görüs, los críticos señalan una proximidad ideológica al Islam político y una visión comunitaria en contradicción con los principios republicanos de secularismo e integración. En cuanto a resaltar figuras como Atatürk, puede verse como una opción neutral, pero también refleja presiones comunitarias y dinámicas geopolíticas más nacionalistas.
Al asociarse a estas iniciativas, algunos cargos electos locales se exponen a críticas por la dilución de los valores republicanos en una lógica de clientelismo electoral. Estas elecciones, incluso ocasionales, plantean interrogantes sobre el equilibrio que debe encontrarse entre el reconocimiento de identidades múltiples y el respeto de los principios universales de la República. Mientras Francia sigue debatiendo su relación con las identidades plurales, estos gestos simbólicos nos recuerdan la importancia de mantener una gran vigilancia ante las maniobras del Estado turco, en plena lógica expansionista, en territorio francés.
Pablo Nazarian
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