A menudo son los gestos más pequeños, los que no cuestan dinero, pero sobre todo tiempo, los más apreciados y los que tienen mayor impacto. Esto es especialmente cierto durante esta temporada navideña, cuando el árbol no está tan decorado de un hogar a otro.
Con esta filosofía en mente, el propietario de “Le barbare viking – Barbershop” en Rivière-du-Loup quiso marcar una pequeña diferencia. En su salón de la calle Lafontaine, el hombre apodado Bob por sus seres queridos dedicará un día de su tiempo, el 23 de diciembre, a atender a las personas necesitadas. Les ofrecerá un corte de pelo gratis cuando se acerque la víspera de Año Nuevo.
La iniciativa fue explicada y detallada en un breve vídeo publicado en la página de Facebook de la joven empresa el 12 de diciembre. En apenas unas horas, la publicación fue compartida cientos de veces. Se han multiplicado las visualizaciones (más de 20.000 hasta la fecha) y los mensajes de ánimo.
“Sucedió muy rápido, pero también tenía que esperarlo. Hay mucha gente que está teniendo dificultades. Todo es caro y afecta la moral, trae estrés”, comparte el hombre que cuenta con la ayuda de su pareja y cómplice Sabrina, ella misma propietaria de la empresa Freya Tattoo. “También muestra que la gente busca positividad, buenas noticias, buenas acciones…”
Este es el segundo año que Bob, cuyo verdadero nombre es Bobby Ouellette, decide proponer esta iniciativa tan especial. El año pasado, menos de un año después de abrir su barbería, su proyecto hizo menos ruido, pero aun así tuvo un impacto significativo. Tanto es así que el emprendedor nunca dudó en repetir la experiencia en 2024.
“Vemos que sienta bien, que calienta el corazón. […] Con todo lo que está pasando ahora mismo [au niveau de l’inflation]la gente está muy agradecida. También me hace feliz poder donar a la comunidad”, enfatiza.
Señala que los recortes de pelo no siempre son una prioridad cuando las finanzas son difíciles. Sin embargo, este pequeño servicio tendrá el efecto de un bálsamo sobre la confianza y la estima de varias personas, está convencido.
Este año, Bob estima que una veintena de personas, entre jóvenes y mayores, a veces incluso parejas de padre e hijo, pasarán por su sillón de barbero. Las plazas, limitadas, ya están todas ocupadas, confía. Todo el proceso se desarrolló de forma anónima. Después de todo, las identidades e historias de todos no son importantes.
“Cuando vienen y se sientan aquí, no los juzgan”, explica. “Seguimos sonriendo, ponemos buena música, las canciones que ellos prefieren. Intentamos aportar un poco de positividad a sus días”.
Para añadir a la celebración, los niños que vengan a visitarlos tampoco se irán con las manos vacías. “Vamos a hacer bolsas de regalo. Habrá sorpresas, cositas para picar. Intentaremos mimar a los niños que vendrán”, dice Sabrina.
Como una buena acción rara vez viene sola, la pareja también recogió donaciones para la Casa de la familia del Grand-Portage durante todo el año. Recientemente presentó un cheque por más de 600 dólares a la organización Louperi. “Nuestros clientes son muy generosos. Es trabajo en equipo. Les agradecemos su generosidad”, dijo el dúo.
Bob y Sabrina quieren marcar una “pequeña diferencia” en su comunidad. También están encantados de ver que cada vez más pequeñas empresas están adoptando medidas concretas y positivas para prestar servicios a las personas necesitadas. Las iniciativas de la Brulerie Ange et Démons, por ejemplo, son buenos ejemplos en Rivière-du-Loup.
“A veces basta con ver lo que se hace en otros lugares para inspirarnos a nosotros mismos”, creen.
Pagarlo no tiene por qué ser complicado. Aquí está la prueba.
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