Sólo un cuarto de hora para salvar miles de vidas: este es el poco tiempo del que disponen los equipos del Cenalt (Centro de Alerta de Tsunamis), situado en Île-de-France, para detectar tsunamis, analizarlos, dar la alerta a la población. Incluso en Francia continental, los violentos Las olas pueden tardar varias horas o apenas diez minutos en llegar a la costa, especialmente en el sur del país. Porque una falla sísmica se extiende desde la ciudad de Niza hasta la de Savona en Italia. Situado entre dos placas de roca, puede provocar terremotos, causantes de más del 70% de los tsunamis en el mundo.
Por eso, en Cenalt, los equipos monitorean constantemente una pantalla grande, en la que se muestra un mapa mundial salpicado de cientos de triángulos de colores. Cada uno representa una estación sísmica y su actividad en tiempo real. En ocasiones, uno de ellos adquiere un tinte rojo durante unos segundos, antes de volver a su color original.
Un sistema de alerta que extrae lecciones del terremoto de 2004
“Pero si se activan más de ocho estaciones en una misma zona, entonces la alerta se da en el edificio del Cenalt. explica Hélène Hebert, coordinadora del Cenalt y geofísica, siempre atenta a la más mínima anomalía. A continuación, el equipo determina el nivel de alerta (amarillo, naranja o rojo (el más fuerte)) con la magnitud, es decir, el nivel de fuerza del terremoto (ver imagen a continuación). Se requiere una magnitud de al menos 6,5 para que un terremoto provoque un tsunami. El nivel del mar está determinado por los mareógrafos. A continuación, los expertos comunican al Cogic (Centro Operativo de Gestión Interministerial de Crisis) el nivel de alerta, los servicios afectados y la hora de llegada. Luego, Cogic notifica a las prefecturas y ayuntamientos para que transmitan alertas sobre refugios.
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Este sistema de alerta no siempre existió: sólo el Océano Pacífico contaba con sistemas de detección de tsunamis antes de los años 2000. El tsunami del 26 de diciembre de 2004, asociado a un terremoto de magnitud 9,1, uno de los más potentes jamás registrados, causó la muerte de 227.000 personas en. más de 15 países diferentes. Fue a partir de esta fecha que la UNESCO, organismo de la ONU, coordinó un programa de alerta y detección de tsunamis. Hoy existen cuatro grupos de coordinación en cada zona del globo: el Pacífico, el Océano Índico, el Mar Caribe y la última zona que reúne el Atlántico Oriental y el Mediterráneo.
Se espera que un gran tsunami azote las costas del Mediterráneo en los próximos 30 años
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El Cenalt se creó en 2012 y vigila de cerca el Mediterráneo, porque además de la falla entre Francia e Italia, existe otra en el lado norteafricano. Si bien la mayoría de los tsunamis ocurren en el Pacífico, entre el 10 y el 20% ocurrieron en el Mediterráneo. Y en 2022, la UNESCO dio casi un 100% de probabilidad de que un tsunami de más de 1 metro de altura azotara las costas del Mediterráneo en los próximos 30 años. “50 cm son suficientes para desestabilizar a un adulto. A partir de un metro se pueden transportar residuos de gran tamaño, como cubos de basura o incluso coches. explica Bernardo Aliaga, especialista en tsunamis de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO.
Nuevas tecnologías para detectar tsunamis
“Hace 20 años se necesitaban más de 30 minutos para analizar un tsunami, hoy son menos de 10″, añade el especialista. La red de estaciones se ha vuelto más densa, como las boyas DART (“Deep-ocean Assessment and Reporting of Tsunamis”). “Las boyas están conectadas a sensores en el fondo del océano que miden la diferencia de presión cuando pasa la ola de agua”. explica Hélène Hebert.
Presentes desde los años 1990 en el Pacífico, se han desplegado en otras zonas, con unos cincuenta en servicio en todos los océanos, pero ninguno en el Mediterráneo. “Pero en Europa deberíamos beneficiarnos de un sistema basado en cables submarinos. Equipados con instrumentos científicos, podían detectar terremotos. se entusiasma el geofísico que piensa en el programa que se desarrolla actualmente en Portugal. Finalmente, el último elemento que redujo el tiempo de análisis: el desarrollo de algoritmos más potentes y, por tanto, más rápidos en el procesamiento de los datos observados en tiempo real.
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Además de alertar y detectar, la UNESCO también ha preparado en los últimos años a unas cuarenta comunidades en el Pacífico, el Océano Índico y el Caribe ante la posibilidad de un tsunami. En 2022, la organización declaró en particular un nuevo programa global “Tsunami Ready” para preparar al 100% de las poblaciones costeras ante la amenaza de un tsunami de aquí a 2030. Ese mismo año, Cannes se convirtió así en la primera ciudad francesa en recibir esta distinción.
En 2018, la ciudad comenzó a concienciar a los profesionales de las playas y a los escolares con señalización y paneles en el suelo. “Hoy los lugareños son conscientes del riesgo”, se alegra Yannick Ferrand, director de grandes riesgos del ayuntamiento de Cannes. Desde entonces, otras ciudades han sido etiquetadas, como Samos en Grecia o Minturno en Italia. La UNESCO también está particularmente atenta a Italia y a la presencia de un volcán submarino cuya erupción podría provocar un tsunami. Aún relativamente poco estudiada, la actividad volcánica es la causa del 10% de los tsunamis.
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