“Somos naturalmente verdes. Nuestra propia actividad contribuye a descarbonizar el planeta”. Fabrice Chauvin, director del aserradero Chauvin, instalado en Mignovillard, en el Jura, desde 1925, empieza por ahí cuando se le pregunta qué hace su empresa por el medio ambiente.
Es cierto que el argumento habla por sí solo: un árbol almacena una media de una tonelada de CO2 por metro cúbico durante su vida y, una vez cortada, la madera sigue almacenando este CO2, ya sea que se utilice en la construcción o en un producto manufacturado, y puede durar varios cientos de años. Pero eso no es todo, el aserradero también ha invertido de lleno con el objetivo de reducir al máximo su huella de carbono.
Bosques a menos de 80 kilómetros
La madera procesada por el aserradero procede íntegramente de bosques situados a menos de 80 kilómetros de distancia. “Nuestro suministro medio es de 40 kilómetros”, explica un poco más lejos Hugo Chauvin, ejecutivo de la empresa. “Toda la parte del procesamiento de la madera es perfectamente ecológica”, continúa Fabrice Chauvin, “nuestro inconveniente es el transporte desde la fábrica hasta nuestros clientes, pero todavía no podemos hacer mucho”.
Una fábrica de pellets
Sin embargo, también en este ámbito la empresa Jura ha actuado. Quince camiones, que antes salían diariamente de Mignovillard para transportar serrín y otros restos de madera a las fábricas de papel de toda Francia, ya no funcionan.
De hecho, la serrería ha creado una fábrica de pellets cerca de su sede. Resultado: el aserrín y las virutas de madera se transforman in situ en pellets y se venden localmente. “Lo hacemos incluso mejor: compramos corteza de madera de otros aserraderos cercanos para fabricar pellets. Podemos decir que también ayudamos a descarbonizar los aserraderos de la región”, señala Fabrice Chauvin.
Una caldera de biomasa
Transporte eléctrico dentro de la fábrica, ascensor eléctrico… A medida que se realizan inversiones, la empresa se esfuerza por reducir su huella de carbono. “Hicimos una auditoría de carbono para la parte de aserrado, ahora me gustaría hacerla para la parte de pellets”, subraya Fabrice Chauvin.
La caldera de biomasa del aserradero contribuye por sí sola a mejorar significativamente el historial de RSC de la empresa. Alimentada con corteza de madera (resto del aserrado), la caldera se utiliza para secar los pellets (1.000 metros cúbicos por semana) y para calentar todas las instalaciones de la empresa. El agua que genera el secado se utiliza en circuito cerrado.
Ahorros a largo plazo
Pero, ¿qué motiva realmente a los líderes a estar tan comprometidos con el medio ambiente? ¿Una convicción ecológica? ¿Un interés económico? Es un poco de todo a la vez. “Vivimos de la naturaleza, la madera es nuestra actividad y en 10 años hemos visto la evolución de nuestros bosques. Para ser franco, hace diez años el calentamiento global no nos hablaba. Hoy no podemos ignorarlo. No podemos pretender ser una empresa que innova si no nos anticipamos a ello. Es también una petición de nuestros grandes clientes, que hoy exigen que tengamos un buen historial de RSC. Y hay beneficios reales para nosotros, ahorros a largo plazo y comodidad en el trabajo, porque la electricidad significa menos ruido y un aire más saludable”.
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