“En Francia somos suizos y en Suiza somos franceses”, bromea Augustin, de 23 años, cuando habla de su familia. Sus padres, originarios del cantón de Vaud en Suiza, se establecieron en La Marre, en el Jura, hace varias décadas. En 1991, su padre, Ruedi Lüthi, buscaba nuevos terrenos para ampliar la explotación familiar con sede en Mollens. “Encontré una granja en venta en La Marre en los anuncios de un periódico agrícola suizo. En Suiza no tenemos acceso a la tierra tan fácilmente como en Francia, así que empezamos con mi hermano y uno de mis cuñados”, explica Ruedi.
“Decidí radicarme aquí definitivamente”
En aquel momento, el agricultor no se planteaba establecerse permanentemente en el Jura. Pero la crisis de las vacas locas decidió lo contrario: “Más o menos provocó el acuerdo definitivo en Francia. Realizamos la trashumancia en camión durante unos 6 años. Existían normas sanitarias muy estrictas que respetar a nivel de rebaño para evitar cualquier propagación, y rápidamente nos quedamos varados. Al final decidí instalarme aquí definitivamente”, recuerda el criador.
150 hectáreas de terreno y 170 animales
En 1998 se casó con Martine, franco-suiza, también del cantón de Vaud. Ella se incorpora, siguen varias ampliaciones y el trabajo continúa a nivel operativo. “La finca fue construida completamente a partir del año 2000. Fue mucho trabajo e invertimos mucho en esta finca. Por ejemplo, hicimos toda la mampostería”, explica el ganadero.
Ruedi, de 65 años y ya jubilado, ha dejado su puesto a su hijo Augustin, apasionado de la agricultura y que este año se hizo cargo del negocio familiar. En total, los Lüthi cultivan 100 hectáreas de las que son propietarios y otras cincuenta en régimen de arrendatario. Con 170 animales, incluidas vacas nodrizas, producen alrededor de 300.000 litros de leche al año.
“Construyendo nuestra herramienta de trabajo”
Cuando se mudaron a La Marre, la pareja no tuvo muchos problemas para aclimatarse. “Hasta ahora no hemos tenido ningún problema con el idioma”, se ríe Ruedi, cuyo acento sigue muy presente. “Yo soy bastante abierta”, continúa Martine, muy comprometida con su municipio y presidenta del centro rural desde hace varios años. “Además, tan pronto como tuvimos a nuestros gemelos, todos querían verlos cuando yo caminaba. Y luego hay que decir que fuimos muy bien recibidos. Aunque durante mucho tiempo nos llamaron “los suizos de La Marre”, nunca lo tomamos a mal”, sonríe.
Con sus cuatro hijos, Martine y Ruedi dicen estar “orgullosos” del camino recorrido: “Aquí pudimos criar a nuestra familia y construir nuestras herramientas de trabajo”.
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