Los líderes franceses en los últimos años, desde Sarkozy hasta Macron en particular, habían prometido repensar las relaciones franco-africanas, especialmente para erradicar su dimensión incestuosa. Pero, en realidad, ninguno de ellos habrá logrado traducir este compromiso en acciones tangibles.
Nadie ha podido librarse de esta actitud arrogante que les lleva a comportarse con las antiguas colonias como si todavía fueran sus dueños. Pero desde hace casi diez años hay una nueva dinámica, nacida esta vez en el corazón del continente africano, que bien podría cambiar la situación.
En esto, la coincidencia que se encarna en la conmemoración de la masacre de Thiaroye [le 1er décembre 1944]en la exigencia de la retirada de las bases militares por parte del presidente senegalés y en la denuncia de los acuerdos de defensa franco-chadianos por parte del régimen de Mahamat Idriss Déby Itno es un ejemplo nada despreciable.
Lo que ocurre hoy en las relaciones entre Francia y el continente africano es el mejor ejemplo de que la libertad y la independencia no se conceden, sino que se adquieren.
Nuevos competidores estratégicos
De hecho, mientras fueron los políticos franceses quienes, un poco por conciencia o en respuesta a las discretas demandas transmitidas aquí y allá por los medios de comunicación, prometieron tratar a sus socios africanos como iguales, fue difícil ver el final. Pero ahora que son los propios líderes africanos los que están decididos a no permitir que se les trate como líderes de segunda categoría, esto está empezando a materializarse en el terreno.
Este importante acontecimiento forma parte de un contexto global del que no deben excluirse las repercusiones de la caída de Muammar Gaddafi. [2011]la aparición de nuevos actores internacionales como Rusia, China, Turquía e Irán, entre otros, la libertad de expresión que ofrecen más las redes sociales que los medios tradicionales y algunas rarezas particulares atribuibles a Emmanuel Macron, el actual presidente francés.
La combinación de estos elementos significó que, cuando en 2021, tras el segundo golpe militar en Malí, los nuevos líderes se apoderaron del sentimiento antifrancés ambiental, la mayonesa se apoderó de inmediato. [en mai 2022, Bamako rompt ses accords de défense avec la France]. Sobre todo porque por parte de las autoridades francesas, en lugar de mantener un perfil bajo, preferimos montarnos en nuestro caballo alto. Sin saberlo, estaban echando leña al fuego.
¿Quién sustituirá a Francia?
La prensa de África Occidental se pregunta sobre una decisión sorpresiva por parte de Chad y especula sobre un posible acercamiento con Moscú.
Acuerdos obsoletos. Esta es la explicación que dio Mahamat Idriss Déby durante su rueda de prensa celebrada este 1es Diciembre en el Palacio Toumaï. “Con el tiempo, este acuerdo [de défense] se ha vuelto obsoleto. [… ] Ya no correspondía ni a las realidades geopolíticas, estratégicas y de seguridad de nuestro tiempo ni a nuestras expectativas legítimas respecto de la plena expresión de nuestra soberanía. dijo el presidente de Chad, según informó el sitio chadiano Al-Wihda.
Chad “No es en modo alguno una lógica de sustitución de un poder por otro, menos aún en un planteamiento de cambio de amo”, también indicó su presidente.
Una afirmación recibida con cautela por la prensa burkinesa, el pais señalando que, en una zona del Sahel desierta por la fuerza por Francia, Rusia está más presente que nunca. Watt Serra irónicamente por su parte sobre un despido que fue para N’Djamena “una salida a esta relación [avec la France] entablar una relación con otro amante paralizado de los Montes Urales siberianos”.
En cualquier caso, esta decisión unilateral está matizada por Hoy en Faso de “bomba militar-diplomática”. Chad fue el “El último punto de anclaje de Francia en el Sahel”, recuerda de su lado Noticias del Dakar, el país acogedor “Mil soldados franceses repartidos en tres bases”.
Excepto en Costa de Marfil y Gabón, el Sahel y el Sahara, los acuerdos de defensa con Francia están hoy obsoletos. Y ahora se plantea la cuestión de la entrega gradual de la base militar francesa de Port-Bouët a las fuerzas marfileñas, considera Watt Serra.
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Por eso, cuando, a su vez, Níger [août 2023] y Burkina Faso [septembre 2023]también afectado por la gangrena de los golpes militares, adoptó la misma posición frente a Francia, nadie se sorprendió.
Chad y Senegal, alineados para la salida
Pues bien, ahora el fenómeno se está extendiendo hasta el punto de convertirse en una tendencia muy marcada que podría afectar a todo el continente. En particular, con la llegada al poder, en Senegal, de nuevos líderes decididos a cambiar las relaciones entre el país y la antigua potencia colonial.
Esto se reflejó por primera vez en el debate sobre las zonas grises que rodearon la masacre de Thiaroye. [le Sénégal estime, par la voix du président Faye, qu’“on ne sait toujours pas combien de personnes ont été tuées ni pourquoi, comment et où elles ont été enterrées”]. Luego está el llamamiento lanzado el 28 de noviembre por el presidente Bassirou Diomaye Faye para el desmantelamiento de las bases militares que la antigua capital del África Occidental Francesa (AOF) albergaba desde hacía mucho tiempo.
Pero sobre todo está la denuncia de Mahamat Idriss Déby Itno de los acuerdos de defensa que hasta ahora vinculaban a Francia con Chad. Este último caso en particular es sintomático de un punto de inflexión simbólico en este debate. Porque no podemos decir que la familia presidencial chadiana siempre haya tenido motivos para quejarse de Francia.
Al contrario, las relaciones incestuosas con la antigua potencia colonial han permitido durante años consolidar el control de esta familia sobre todo el país y su inmensa riqueza.
Mantente alerta
Y ésta es incluso la razón por la que los auténticos activistas por la reconstrucción de las relaciones francoafricanas deben permanecer cautelosos y vigilantes. Porque por más legítima que sea su aspiración a una asociación más ventajosa para África, no bastará con despedir a los neocolonistas y luego dejar espacio a los colonos locales.
Del mismo modo, la actitud intransigente que adoptamos hoy hacia Francia debe seguir siendo la misma hacia todos los socios, ya sean del Oeste o del Este. De lo contrario, ¡corremos hacia un señuelo!
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