La militarización de la frontera entre Argelia y Marruecos adquiere una nueva dimensión con el anuncio del Ministro de Defensa marroquí, Abdelatif Loudiyi, colocar la vigilancia fronteriza como una prioridad estratégica para las fuerzas armadas. Esta decisión reaviva las preocupaciones sobre el estado de las relaciones entre dos gigantes del Magreb, cuyas fronteras permanecen herméticamente cerradas desde 1994. El reciente reconocimiento por parte de la Francia del plan marroquí de autonomía para el Sáhara Occidental, rompiendo con su tradicional neutralidad en 2023, ha cambiado profundamente la situación diplomática regional.
Una división económica y militar
Argelia domina la carrera armamentista con un presupuesto militar que alcanza los 24 mil millones de euros para 2025, superando con creces los 12 mil millones de euros asignados por el Marruecos. Estas inversiones masivas, que representan 10% del PIB de cada nación, supera en un 7% los presupuestos del año anterior. Esta escalada presupuestaria demuestra una lógica de superioridad que está ejerciendo una gran presión sobre los recursos de ambos países. El experto militar Nizar Derdabi lo ve como una respuesta de Marruecos a las amenazas combinadas del terrorismo saheliano y las acciones de Frente Polisario.
Los desafíos de una confrontación regional
El conflicto en el Sáhara Occidental está cristalizando tensiones, como lo ilustra la reciente eliminación de siete combatientes saharauis por drones marroquíes. El Ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Nasser Bouritaseñala signos de escalada provenientes de Argel, lo que sugiere una posible transformación del conflicto regional en una confrontación directa. El acceso al océano Atlántico también es una cuestión importante, como destacó el Rey Mohamed VI durante el 49º aniversario de la Marcha Verde, criticando implícitamente las ambiciones argelinas en la región.
Está surgiendo un nuevo tablero diplomático con la posible victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses, lo que probablemente fortalecerá el apoyo estadounidense a Marruecos. Esta reconfiguración de las alianzas internacionales, combinada con la intensificación de las tensiones bilaterales, amenaza el equilibrio regional. La ruptura de relaciones diplomáticas decretada por Argel en 2021, acusando a Rabat de actos hostiles, ilustra la profundidad de la crisis entre las dos naciones, comprometiendo de forma duradera las perspectivas de estabilidad y desarrollo económico en el Magreb.
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