Partiendo este domingo del pueblo de Syam, donde viven sus padres, Olivier pasó su primera noche en Planches-en-Montagne, en la tienda “al pie del Paraíso”, y luego la segunda en una antigua cabina de aduaneros cerca del lago des Mortes. Progreso Se encontró con él este martes 12 de noviembre en La Cure, donde hacía escala tras atravesar el bosque de Risoux. “Este viaje debería permitirme ir a buscarme a mí mismo”, confió con una sonrisa llena de serenidad.
Un viaje fuera de la alta asistencia
La elección del invierno para iniciar su viaje no es insignificante: en esta estación espera evitar las aglomeraciones que, en otras épocas, pueblan las rutas de peregrinación. Siguiendo el valle de Valserine, pronto llegaremos a Seyssel para tomar el Camino de Compostela que desciende del lago de Constanza y conduce a Puy-en-Velay, atravesando Bugey y Vienne. Esta ruta pasará luego por los lugares emblemáticos de Conques, Rocamadour y Roncesvaux, antes de llegar a Santiago de Compostela, cuyos primeros kilómetros estaban en construcción, para luego continuar hasta el legendario Cabo Finisterre, en la punta de España.
En busca de ti mismo
Para Olivier, este viaje no se limita a un desafío físico, sino que se asemeja a una búsqueda espiritual y personal. Hoy se toma el tiempo para explorar horizontes interiores, lejos de la rutina y las limitaciones cotidianas. Esta pausa de seis meses es una oportunidad para reconectarse con uno mismo, para descubrir paisajes pero sobre todo para explorar los paisajes interiores de una vida. El coraje y la determinación de este caminante solitario ya impresiona a quienes se cruzan en su camino. Y no hay duda de que, a lo largo de estos miles de kilómetros, los encuentros, los desafíos y los descubrimientos lo transformarán mucho más allá del regreso previsto, dentro de seis meses.
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