Escrito por Armelle Goyon
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Mathieu Duplan, de 25 años, representa la cuarta generación de agricultores de su familia. Entre sus vacas Lemosín, sus ovejas y sus cultivos de cereales, trabaja 80 horas a la semana por unos ingresos cercanos al salario mínimo. Mientras la ira del mundo agrícola se expresa nuevamente, el joven ganadero habló con France 3 Occitanie.
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El amor está en la pradera del Piamonte Cévenol. Junto a sus vacas Limousin, Mathieu Duplan, de 25 años, representa la cuarta generación de agricultores de su familia. Apasionado por su trabajo, trabaja 80 horas semanales en su finca, pero solo gana un salario mínimo.
“Cada mañana nos despertamos diciéndonos: “¿por qué no ir a hacer otra cosa? Para ganarte la vida, para poder ganarte la vida dignamente con tu trabajo”, confiar Mathieu Duplan, agricultor.
Con unas sesenta vacas y 250 ovejas, Mathieu Duplan también es productor de cereales. Es agricultura diversificada.
Este año, el criador se vio afectado por la lengua azul. En septiembre perdió 15 ovejas, es decir, una pérdida de peso muerto de unos 5.000 euros.
“Lo que no podemos cuantificar son los abortos en ovejas que estaban preñadas y que no pudimos vacunar. Entonces esto significa una pérdida de corderos. No podremos vender corderos que hayan sido abortados. Y también, pérdida de ovejas.“, continúa el joven agricultor.
Aumentos de tarifas, competencia desleal, normas más estrictas que las de la Unión Europea. La ira se ha estado gestando durante meses. La infelicidad continúa en las familias campesinas.
Pascal Duplan, el padre de Mathieu, también está vinculado a su tierra. Acaba de sembrar el trigo para el año que viene y no sabe cuánto le reportará.
“Quizás nos den 150 euros o quizás 300 euros, no lo sabemos. Hoy no lo sabemos… en cambio, sabemos que los fertilizantes están sobrevalorados, que el gasóleo está sobrevalorado. Siempre son cargos adicionales, siempre es más caro, para unos ingresos cada vez más bajos”. confirmado Pascal.
Cansados pero dispuestos a volver al campo, padre e hijo pretenden ocupar el campo para hacerse oír.
Escrito con Dalila Iberrakene.
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