A pocas horas de las elecciones legislativas de este domingo 17 de noviembre de 2024, el clima político en Senegal está cargado de emociones, esperanzas y preocupaciones. En las calles de Dakar, los ciudadanos se preparan para cumplir con su deber cívico, conscientes de que su voz puede configurar el futuro del país. Entre miedos y aspiraciones, cada votante senegalés emprende un viaje colectivo hacia el futuro.
La aparente calma acuna los rostros en una atmósfera suave que invita a la relajación. Este sábado 16 de noviembre, en la ciudad de Keur Gorgui, enclavada en el municipio de Mermoz Sacré-Cœur, multitudes de hombres y mujeres se apresuran a llegar a su lugar de trabajo. En este exclusivo distrito de Dakar, el polvoriento calor no apaga la pasión de Ibrahima y sus dos compañeros ingenieros de construcción. Mientras se ocupan de sus asuntos, entablan discusiones que revelan su apego a la democracia. Desde lejos podemos ver los animados intercambios, salpicados de carcajadas. Para Ibrahima, de 32 años, el futuro parece prometedor: “Somos los líderes del mañana y no podemos permanecer indiferentes. Las elecciones deben ser un momento de cambio. Tengo confianza. »
A pocos pasos, un grupo de jóvenes, sentados en sus motos tomando un café, comparten sus pensamientos sobre la próxima votación. “Lo que está en juego es nuestro futuro”, declaró Assane Diop, con un pañuelo con los colores de la bandera nacional alrededor del cuello. “Esperamos un cambio. Los viejos métodos ya no funcionan y debemos ser la voz que lleve nuestras preocupaciones”, añade.
En este café de la ciudad, algunos jóvenes están pegados a sus teléfonos, hojeando las últimas novedades en las redes sociales. Otros adoptan un tono humorístico para restar importancia a la situación. “Tenemos que cambiar las cosas”, afirma Assane lleno de esperanza. “¿Quién ganará? ¿Qué futuro para nuestro país? » pregunta Ousseynou, su hermano gemelo. Para estos últimos, la respuesta es clara: “¡Para un futuro mejor, la gente también debe salir y votar!” De lo contrario, es inútil. Mire, muchos todavía están indecisos. » “¡No podemos permanecer inactivos! Tenemos que probar suerte”, añade Samba, otro motociclista. Su conversación está marcada por risas, pero también por una seriedad palpable sobre la importancia del compromiso cívico.
La juventud, fuerza impulsora esencial de la democracia senegalesa, está más movilizada que nunca. En vísperas de las elecciones legislativas, el estado de ánimo de los senegaleses oscila entre el entusiasmo, la esperanza y la preocupación. Los ciudadanos se preparan para hacer oír su voz, conscientes de que cada voto cuenta. Cuando mañana se abren las urnas, Senegal se encuentra en un momento crucial, listo para escribir una nueva página en su historia política. En cohesión y diversidad, los senegaleses aspiran a una democracia más fuerte e inclusiva.
Ndèye Khady Fall, vestida con una chaqueta verde y pantalones negros, acaba de aparcar su coche en el aparcamiento contiguo a su lugar de trabajo. De pie sobre sus zapatos a juego, parece tener prisa, pero se concede unos minutos para discutir el tema. “Tengo confianza y iré a votar mañana, muy temprano de hecho. Es un deber cívico”, subraya. Para muchos senegaleses que conocimos, estas elecciones representan una oportunidad para reinventar la Asamblea Nacional del país. Aissatou Ba, vendedora de verduras, quiere que los funcionarios electos se comprometan a mejorar las condiciones de vida: “Necesitamos diputados que escuchen y actúen. Las mujeres, sobre todo, deben ser escuchadas en la toma de decisiones. »
A medida que se acercan las elecciones, la movilización de los ciudadanos es palpable. Los senegaleses, tradicionalmente muy implicados en los procesos electorales, muestran un marcado interés por los debates políticos. Se fortalecen las campañas de sensibilización y las iniciativas de participación ciudadana, con fuerte presencia en redes sociales y medios de comunicación. En el barrio de Baobab la vida continúa como siempre. En casa de los Ciss, la Madre Nogaye pela verduras mientras discute con sus dos hijas la votación de mañana. “Simplemente esperamos una vida mejor para nuestros hijos”, confiesa la madre. A pocas horas de la votación, Senegal está convulsionado, dispuesto a hacer oír su voz y elegir a sus futuros diputados.
fe faye
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