El 10 de noviembre de 2024, una ballena jorobada que medía entre 7 y 10 metros y pesaba entre 10 y 12 toneladas encalló en los arrecifes de Réville, en el Canal de la Mancha. El descubrimiento, realizado por navegantes, despertó emoción y desencadenó una importante operación de recuperación. Para evitar cualquier contaminación de los criaderos de ostras de Saint-Vaast-la-Hougue, los servicios de aduanas y del SDIS se encargaron de transportar el imponente cadáver hasta la orilla.
Una autopsia realizada en Saint-Langis-Lès-Mortagne
Según -, la ballena fue transportada a la planta de procesamiento Atemax en Saint-Langis-Lès-Mortagne (Orne) por la Oficina Francesa de Biodiversidad (OFB). Este martes 12 de noviembre la OFB realizó la autopsia del animal. El objetivo: comprender las causas de su muerte, pero también permitir su tratamiento adecuado.
Transformación en energía sostenible
El cadáver de la ballena jorobada no se perderá. La fábrica de Atemax, que forma parte del grupo Akiolis, se transformará en parte del sector “energético”. Las grasas animales extraídas se utilizarán para producir biodiesel, mientras que la harina resultante del procesamiento servirá para alimentar calderas. Sin embargo, no está prevista ninguna otra reutilización para esta ballena, conocida por su alto contenido en grasas, precisa el grupo Akiolis.
Este proceso transforma una situación trágica en una fuente de energía sostenible, respetando los estrictos protocolos sanitarios y medioambientales de la industria del renderizado.
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