El barrio de Porte d’Aix está en proceso de remodelación. Detrás del arco de triunfo que marca la entrada al centro de Marsella, brilla al sol la inmaculada fachada del Instituto Mediterráneo de las Ciudades y los Territorios, inaugurado en octubre de 2023. Símbolo de una renovación que pretende perfilar el urbanismo de una metrópolis del siglo XXI.mi siglo. En la parte trasera del edificio, la atmósfera cambia. Ocultos a la vista, un grupo de hombres y mujeres se agachan en escaleras nuevas.
Este amplio pasaje es una de las nuevas zonas de consumo de drogas al aire libre que han aparecido en los últimos meses en el corazón de Marsella. Aquí, sentados o tumbados en las escaleras, fumamos principalmente cocaína, previamente preparada con amoniaco, que las tiendas de alimentación del centro de la ciudad venden a 5 euros la botella. Crack artesanal, “empanadas” de “a base de coca”, en la jerga local de los usuarios. También lo inyectamos, como lo demuestran las jeringas que Romain Prod’homme, Florent Grénot y Luc Fabre recogen con la punta de sus pinzas verdes. Con pantalones cortos, zapatillas de deporte, camisetas o camisetas OM, estos treintañeros que acumulan varios años de experiencia en el ámbito de la reducción de riesgos forman parte de las patrullas del autobús 31/32, una histórica estructura de apoyo a los consumidores de drogas en Marsella.
Este artículo está tomado de “Número especial Le Monde – Los narcotraficantes: sus redes, sus crímenes, la respuesta”noviembre-diciembre de 2024, a la venta en quioscos o online visitando el sitio web de nuestra tienda.
Tres veces por semana, como otras asociaciones, salen a conocer las realidades de la calle, saludan a los habituales por su nombre –todos han sido modificados en el artículo–, reciben noticias de su salud, les dirigen en caso de problema agudo. . A las caras nuevas, como Ahmid, un joven vestido con ropa deportiva que se dispone a fumar crack en un patio discreto al pie del consejo regional, les explican su papel, iniciando un diálogo. Distribuyen a todo el mundo nuevos equipos, para intentar reducir el riesgo de contaminación: pipas de vidrio, puntas de plástico, filtros para evitar inhalar lo peor del preparado, jeringas para los “inyectores”… « También ofrecemos bicarbonato para que dejen de usar amoníaco, que causa múltiples complicaciones pulmonares”explica Florent Grénot. Un producto sustitutivo, menos nocivo pero más difícil de utilizar en un trozo de acera, que resulta poco atractivo.
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