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el llanto de una madre afligida en Nexon

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Es una historia de barbarie sin nombre. El 16 de junio de 2021, Abdelkader Belarbia y su amigo de origen ruso, David Malioukof, aparcan su coche entre la maleza cerca de la pequeña ciudad de Nexon, en Alto Vienne. Los dos hombres sólo tienen una idea en mente: vengar a Abdelkader, recientemente abandonado por su expareja, Cécilia Peroux, de 33 años. Fueron a su casa, lograron entrar y comenzaron a maltratarla. Pierrick, vecino de Cécilia, es alertado por los ruidos. Haciendo gala de un inmenso coraje, interviene para intentar defender a la joven, arriesgando su propia vida.

Abdelkader y David, abrumados por una rabia asesina, atacaron a Pierrick durante muchos minutos, infligiéndole 26 puñaladas. Cécilia Peroux también es asesinada a sangre fría. Los dos asesinos deciden entonces quemar la casa para borrar las pruebas, a pesar de la presencia de los tres hijos pequeños de Cécilia en el piso de arriba. Este último escapará por poco de la muerte.

Un desatado de violencia sobre el cuerpo de Pierrick

“¡A mi hijo le volaron la cabeza con las patas de una mesa!” ¿Qué puede justificar semejante barbaridad? » Hélène Berthier, la madre de Pierrick, apenas se aleja del público. Su voz todavía es temblorosa al teléfono. “Hoy hablamos de la autopsia. Incluso el médico forense no lo podía creer, dijo que nunca había visto tanta violencia…” Asistir al juicio de los asesinos de su hijo es una prueba insoportable para Hélène, sobre todo porque los acusados ​​se niegan a reconocer su culpabilidad. “¡De repente tienen amnesia! Uno dice que lo ha olvidado todo, el otro afirma haber asestado “sólo” algunos golpes…”dice, desilusionada.

Los cuerpos de Pierrick y Cécilia quedaron carbonizados

Sin embargo, Abdelkader Belarbia y David Malioukof no son sus primeras fechorías. Los dos hombres se conocieron en prisión. El primero fue condenado en 2019 por amenazar de muerte a su expareja. El segundo, “con el cuerpo cubierto de tatuajes en cirílico”en palabras de Hélène Berthier, también es conocido por la justicia francesa, en particular por actos de robo. En el estrado, los dos cómplices se echan la culpa, dudan y niegan rotundamente los hechos que se les imputan. “Cuando se mostraron al público las fotografías del cadáver de mi hijo, Abdelkader bajó la vista, no tuvo el valor de mirar a mi hijo ni una sola vez. ¿Está avergonzado? »pregunta la madre de Pierrick, mezclando tristeza y enojo.

Las familias esperan una decisión judicial ejemplar

Se espera que el juicio, que comenzó el lunes, finalice el próximo jueves. Es la culminación de tres años de investigación y trámites judiciales. Pero este es también el momento en el que la familia de Pierrick finalmente podrá despedirse de él, ya que el joven aún no ha tenido un entierro adecuado y sus restos han permanecido accesibles a los médicos forenses en el marco de la investigación. “Espero que la justicia reconozca la gravedad de los hechos, el horror absoluto que sufrieron Pierrick y Cécilia”explica Hélène Berthier, consciente, sin embargo, “que seguramente apelarán la decisión de los jueces”.

El resto después de este anuncio.

Tras el incendio de la casa de Cécilia, ambos cuerpos quedaron carbonizados. “No pude abrazarlo, no pude despedirme de él. ¡Tuve que dar mi ADN para que identificaran su cuerpo! »dice la madre de Pierrick, todavía molesta. “Quiero que la gente sepa quiénes son estos delincuentes, que les vea la cara. ¡Y espero que pasen sus vidas en prisión! »

Para superar mejor esta terrible experiencia, Hélène Berthier creó una asociación, “Detengan la agresión”con el fin de concienciar a los jóvenes sobre la violencia que azota a Francia. También es una manera de recordar cada día el coraje heroico de su hijo, que intentó salvar a su vecina Cécilia de una muerte segura. “Pierrick era un chico generoso. Recuerdo que a veces venía a casa y nos pedía algo de dinero para la gasolina. No porque desperdició su salario, sino porque prestó dinero a amigos que lo necesitaban más que él…”

Abdelkader se negó a escuchar el testimonio de las familias

Esta tarde, las familias de las víctimas podrán hablar con los miembros del jurado. Helena espera “no te descompongas”pero lamenta la ausencia de Abdelkader Belarbia, que se negó a comparecer en la audiencia, consciente de los numerosos testimonios que le abruman. Los dos hombres, juzgados por los mismos hechos, corren el riesgo de ser condenados a cadena perpetua. Pero ni Pierrick ni Cécilia volverán con sus seres queridos. Lejos de ser una simple noticia condenada al olvido, su historia revela un síntoma más profundo: el de una Francia que, cada día, se hunde un poco más en la hiperviolencia cotidiana.

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