La Conferencia Episcopal Belga había propuesto un encuentro de este tipo en enero pasado, y recibió más de 80 solicitudes. Se seleccionaron 15 mujeres y hombres, entre ellos algunos testigos del documental Godvergeten (Los olvidados de Dios, en neerlandés), que relanzó el debate el año pasado.
Encerrado
La reunión, prevista para una hora de la tarde del viernes, deberá desarrollarse “con total discreción”.
El sacerdote Rik Devillé, fundador del grupo de trabajo “Los derechos humanos en la Iglesia”, se muestra crítico. En su opinión, la forma en que se organiza este encuentro recuerda al propio sistema de abusos. “Las víctimas vuelven a estar encerradas en su papel de antaño, del que nada puede salir al mundo exterior”, comenta el religioso, cuya labor es la base de “Godvergeten”. “Para algunos, es doloroso. Otros están contentos de coger la mano del Papa”.
Rik Devillé señala que durante la reunión no habrá lugar para la improvisación. Se han alcanzado acuerdos claros sobre la forma en que las víctimas harán llegar su mensaje al jefe de la Iglesia católica.
Inútil
Para cada una de las víctimas (nueve de habla neerlandesa y seis de habla francesa) se prevén cuatro minutos, incluido el tiempo de presentación y traducción. “No es nada en comparación con los cientos de víctimas”, comenta Rik Devillé, que considera inútil la entrevista. “El Papa ya conoce estos casos. Sería bueno que asumiera sus responsabilidades a nivel mundial, castigara a los culpables y tomara en serio las denuncias”.
La Iglesia belga no proporcionó más detalles sobre la reunión.
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